Hace apenas unos meses nadie daba nada por Javier Milei, el ultraderechista que saltó al escenario de la política argentina para postularse como candidato a la presidencia de ese país.
En pocas semanas pasó de ser un improvisado, algo extravagante con sus propuestas demasiado radicales para sanear la economía argentina y sus discursos fueron calando poco a poco en el electorado harto de las tibiezas y de la ortodoxia de los políticos formales, fueran de derecha o de izquierda, oficialistas o de oposición tradicional, pero sobre todo harto de la caída vertiginosa de la economía nacional con su alto porcentaje inflacionario y de la ruinosa gestión de la clase política que ha llevado a la miseria a cientos de miles de habitantes.
Recetas simples, simplonas, como privatizar todo el país, utilizar el dólar como moneda nacional y regresar a Argentina a la posición que tuvo hace un siglo, cuando fue considerado uno de los países más prósperos del mundo, fueron las promesas del candidato y hoy presidente electo Javier Milei.
México: No es la economía, es la inseguridad
México tiene problemas económicos, sí, pero muy lejos de los que tiene aquella nación sudamericana. Además si algo le reconocen al gobierno de Andrés Manuel López Obrador es el cierre casi exitoso de su mandato con una economía estable y que promete mejores años.
Por este lado es difícil que se cuele un "Milei mexicano".
Pero el gran problema, el más grave, de nuestro país no es la economía sino la seguridad, o mejor dicho, la inseguridad, el crecimiento de la violencia y la expansión de los grupos de delincuencia organizada que prácticamente están sentando su poder en una buena parte del territorio nacional.
Esto puede sonar incluso algo abstracto. No lo es cuando en ciudades grandes y medianas, pueblos y rancherías, los mexicanos advierten que cada vez es mayor el clima de violencia que los rodea y que cualquiera puede ser víctima en el momento menos pensado del empoderamiento de los grupos criminales,
México está harto de tanta violencia. Y en este contexto la aparición de un "Milei mexicano" que prometa el regreso a los años de vida pacífica que se perdieron en este siglo, puede ser un poderoso imán para un buen sector del electorado.
No faltará quien desee presentarse ante los mexicanos como el político de mano dura que acabará con la delincuencia organizada. Un Bukele y Milei al mismo tiempo pero con sombrero de charro.
Esto no es un deseo ni una amenaza. Es una posibilidad que puede generarse y crecer en los próximos meses. ¿Crecer hasta dónde? Eso aún no lo sabemos.
Bill Clinton tendfría que decir aquí y ahora: "No es la economía, estúpido, es la inseguridad"