Con pavimento rehabilitado, parejo y sin baches; su camellón central limpio y con los árboles recién podados, además de una iluminación casi completa que raa vez había tenido, así luce el bulevar Ramírez desde la calle 5 de Febrero hasta la Michoacán.
Esta vía del sur de la ciudad, considerada como uno de los pulmones verdes en medio del concreto urbano, ha sido el espacio donde cientos de personas que habitan en las colonias aledañas (Campestre, Cortinas, Sochiloa, Constitución y otras) suelen caminar, hacer otros ejercicios o simplemente relajarse de cualquier manera.
Sin embargo en los años recientes el bulevar fue abandonado a su suerte por las autoridades que rara vez le daban mantenimiento y así el camellón se fue cubriendo de matorrales en algunas secciones y muchos árboles cayeron víctimas de una enfermedad, la pudrición texana dicen. Además el deterioro del alumbrado público fue ampliando las zonas oscuras donde crecieron la inseguridad y la presencia de "personas en condición de calle", una combinación poco atractiva.
A esto se añadió la mala educación de vecinos que llevan a sus mascotas a defecar en los andadores del camellón, la mayoría sin una bolsa de plástico o algo para recoger los desechos. Para estas personas el bulevar ha sido el estercolero de sus perrhijos.
También hay quienes vieron fácil tirar la basura debajo de algún árbol y no faltan de nuevo los vagabundos que se acogen a la sombra de un árbol para una siesta o de plano las ocho horas de rigor en los brazos de Morfeo. Borrachos y víctimas de la cruda por allí deambulan.
Toca a los vecinos
El gobierno municipal ya cumplió. Mejoró con mucho el entorno del bulevar Ramírez.
Ahora toca a los vecinos cumplir con su responsabilidad cívica de preservar ese espacio en buen estado e impedir que otros hagan mal uso de él.
Se dice fácil pero es precisamente la falta de una cultura cívica bien cimentada la que impide llevar a cabo prácticas positivas y sencillas como cuidar los espacios públicos. "Si no es en mi casa, lo demás no importa", parece ser la máxima de muchos habitantes.
En esas estamos. Los vecinos deben colaborar con el mantenimiento del bulevar, sin el pretexto infantil de que sólo es obligación de la autoridad porque "para eso pagamos impuestos". Colaboran o dentro de unas semans el bulevar volverá a ser el basurero de unos y el estercolero de los perrhijos del barrio.