Pese a las recomendaciones y advertencias hechas por las autoridades de seguridad pública y Protección Civil, la celebración del fin de año y de Año Nuevo se convirtió de nueva cuenta en una "fiesta de las balas y la pirotecnia".
En la mayoría de las colonias desde temprana hora el domingo 31 de diciembre empezaron a escucharse las explosiones de pirotecnia, con cuetes oficialmente prohibidos, aunque una vez la venta de "mercado negro" transcurrió sin ningún incidente que incomodora a los vendedores.
Eran menores de edad principalmente quienes aturdían a mascotas y a personas sin que nadie les pusiera un alto. Eran tantos casos a lo largo y ancho de la ciudad que las autoridades no pudieron detener esta práctica alto riesgo.
Menos aún pudieron impedir la balacera que empezó a escucharse desde 10 minutos antes de las 12 de la noche del domingo y siguió durante casi 20 minutos de manera nutrida.
Detonaciones de pistola pero también de armas largas y de repertición, "reservadas para uso exclusivo del Ejército", salieron a relucir y su estruendo podía escucharse varios kilómetros a la redonda.
Sin ninguna precaución, sin importar que les vieran sus armas, o más bien presumiéndolas, muchos las exhibieron como una manera de demostrar su poder.
De manera particular en las colonias del sur de la ciudad lo nutrido de la balacera fue impresionante, pero hasta el momento no se tiene un informe oficial sobre estos acontecimientos "oficialmente prohibidos".