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En su conferencia Mañanera de este jueves el presidente Andrés Manuel López Obrador justificó el no haber llevado a cabo su muy anunciado proyecto para descentralizar la administración púbica federal. La causa de esta falla, dijo, se debió a la pandemia de covid y los excesivos recursos financieros que requirió el control de la enfermedad en todo el país.
Sin mencionarlo directamente, AMLO cerró así el capítulo de la vida cajemense donde por unos años se mantuvo la ilusión de ver a Cd. Obregón como sede de la Secretaría de Agricultura, una promesa de la campaña presidencial de tabasqueño que le ganó muchos votos de de personas que en nuestra región ni siquiera simpatizaban con el candidato de izquierda.
Aceptar la explicación dada hoy por el mandatario es difícil, dan ganas de creer pero es más lógico pensar que dicha promesa sólo fue una más de las que se hacen en una campaña electoral, tal vez un buen deseo del entonces candidato o simplemente una ocurrencia.
El pretexto de la pandemia se viene abajo porque durante el primer año completo de su administración, el 2019, AMLO no hizo ningún movimiento en serio para trasladar la SADER a esta ciudad. Sólo se dijo que el titular de la dependencia, Víctor Villalobos, despacharía desde aquí y junto con él los funcionarios mayores de la estructura administrativa.
Incluso hubo un momento en el que se dio a conocer el interés de Villalobos por adquirir o rentar una residencia para él en esta ciudad; también se equiparon oficinas en el CUM, la soñada sede central. Y aquí también se realizaron dos o tres eventos de importancia relativa como un adelanto de lo que sería "la capital del sector agropecuario" en México.
Bellos días en los que muchos productores soñaban con realizar aquí todos sus trámites sin necesidad de desplazarse a la Ciudad de México. Y los empresarios de toda clase, sobre todo los del sector de servicios y turismo, se hacían expectativas de un futuro promisorio. Sueños guajiros.
La concentrción de recursos financieros federales en la lucha contra la pandemia, no impidió por otra parte las cuantiosas inversiones en otros poryectos, no sólo el del Tran Maya o el de la refinadora de petróleo.
No fue la falta de recursos sino la realidad que derrumbó ese sueño, proyecto u ocurrencia. Y esta realidad es en primera instancia la de cientos, si no es que miles de empleados de SADER que hoy laboran en la Cd. de México y regiones cercanas, empleados que no estarían dispuestos a cambiar su lugar de trabajo a la lejana e inhóspita (por el clima) Cd. Obregón.
Un intento de traerlos a la fuerza hubiera ocasionado un conflicto social que no se previó cuando alegremente se prometió traer a la SADER sino hasta que en las oficinas centrales empezó a manifestarse la inquietud de los afectados.
La única expansión que tuvo la SADER en este sexenio fue hacia Zacatecas, nada más. Pero no se movió ni un escritorio de la Cd. de México a Cd. Obregón. Ni se moverá en el futuro por lo visto.
