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Si por la víspera se conoce el día, lo que se ha visto en el arranque de las campañas electorales presagian una temporada insípida con candidatos que no despiertan entusiasmo más allá de las porras obligadas de acarreados y militantes de partido.
La mayoría de la población sólo está enterada de las campañas por el ruido propagandístico que difunden medios electrónicos y redes sociales, todo a nivel superficial.
Así empezaron las campañas presidenciales, con una Xóchitl Gálvez que se mantuvo en el nivel de los actos efectistas exhibidos desde antes, como su presentación en Palacio Nacional para ser recibida en la Mañanera. Desde allí hasta el grotesco "pacto de sangre", pasando por la payasada del chicle, nada ha sido relevante como para convertirlo en tema de interés nacional.
Lo mismo puede aplicarse a la campaña de Claudia Sheinbaum. La exhibición de poder prestado, con inicio multitudinario en el Zócalo y 100 propuestas que pudieron haberse resumido en 10 o ampliado a 1000, igual habrían recibido la misma indiferencia social.
Del tercero en discordia, Jorge Álvarez Máynez, sólo puede decirse que ni suma ni resta sino todo lo contrario. Si acaso podrá trascender como palero de la morenista Claudia y detractor de la prianista Xóchitl.
La tentación Bukele
Lo único sobresaliente, si acaso, es la caída de los opositores Gálvez y Máynez en la "tentación Bukele". Ella prometiendo una cárcel de alta seguridad como la que hay en San Salvador, mientras el anaranjado Álvarez destacaba la importancia de imponer un modelo de seguridad como el del Bukele.
Desde hace un año adelantamos que en este período de campañas habrían de aparecer imitadores del presidente salvadoreño cuyo modelo ha sido exitoso, pero en un país de extensión pequeñísima y de escasa población comparado con México.
Es como si no supieran que en México el problema no es con pandillas sino con organizaciones criminales, no una sino varias, fuertemente armadas y que dominan ya territorios extensos, por lo que una lucha frontal contra esas organizaciones fácilmente podría convertirse en una guerra civil de consecuencias impredecibles.
Enfrascadas en sus diferencias personales, con dimes y diretes triviales, ninguna de las tres personalidades responde a la urgencia de un liderazgo renovador y confiable para el México de los próximos seis años.
Y aquí, ni fu ni fa
En el ámbito local no corre mejor el aire. Lo visto hasta hoy en tres días de campaña es mínimo, igual de irrelevante y en ocasones hasta grosero, como la campaña que realiza Célida López para engrandecer a Manlio Fabio Beltrones, la retórica vacía de éste y la insípida participación de Aguilar y Valles.
Más de cerca, la aparición de los candidatos Lalo Flores (PRIAN) y Gustavo Almada (MC) no agrega nada diferente a lo que ya les vimos hace tres años.
De seguir así, y si por la víspera se conoce el día, preparémonos entonces para tres meses de aburridos discursos y exhuberantes promesas difíciles de digerir.
