A punto de concluir las campañas electorales, un repaso de las actividades, declaraciones y polémicas que protagonizaron los candidatos y sus partidos en el ámbito local permite identificar con claridad la naturaleza de las tres fuerzas que han competido por establecer su dominio en el territorio cajemense.
La fuerza de Morena y aliados con su proyecto de continuidad, la fuerza de la coalición PRI-PAN-PRD que busca el retorno de una hegemonía y una cultura política que prevalecieron durante el siglo XX y hasta el 2018, y una tercera fuerza emergente, la de Movimiento Ciudadano, que avanza a paso lento y cifra sus expectativas a seis años, cuando en el 2030 crezca una marea anaranjada.
Morena: Optimismo
Hoy el escenario se percibe a simple vista favorable para los candidatos morenistas. A nivel país la figura de López Obrador continúa cobijando a todas las fórmulas electorales de su partido y la de Cajeme no es la excepción. La campaña morenista va de la mano del líder carismático y se centra en retener el apoyo de los sectores populares para obtener de nuevo un triunfo contundente.
Este es su acierto, su ventaja, buscar más la simpatía de gente de las colonias que de los dirigentes de cámaras, asociaciones y otras élites que hacen mucho ruido mediático pero tienen mínima influencia en la base social.
Si la ofensiva final de la oposición con memes y videos anónimos no tiene un efecto importante, el futuro cercano (02 de junio) luce prometedor para los morenistas cajemenses.
No así su futuro a mediano plazo, éste se tornará incierto cuando AMLO desaparezca del escenario político y los grupos internos ya no se sientan obligados a disciplinarse ante dirigencias que insisten en concentrar todo el poder.
PRI-PAN-PRD: Regreso al pasado
En la campaña electoral de esta coalición destaca un sentimiento nostálgico, el regreso a los años de una clase priista omnipotente que moldeaba la sociedad regional a su imagen y semejanza, alternando en el poder de vez en cuando con el panismo. Dos versiones diferentes, a veces radicalmente opuestas, de un mismo sistema socioeconómico y político, dos versiones hoy unidas al sentirse incapaces de derrotar por separado al enemigo común.
Ambos partidos tienen aciertos y buenos momentos en su pasado y tratan de reivindicarse con la promesa de regresar a aquellos años. El problema de los nostálgicos es la idealización de lo que alguna vez fue, niegan los errores y hechos negativos que derrumbaron su paraíso perdido.
En sus actos de campaña se percibe ese aire nostálgico. La coalición congrega a personalidades de PRI y PAN que fueron importantes en su tiempo y a dirigentes de organismos empresariales, agrícolas y sociales. Juntos se ven como la clase que debe regir los destinos del resto de la sociedad como lo hizo durante tantos años, pero en su refugio nostálgico no perciben que también se les identifica como socios de empresas y fortunas tejidas al amparo del poder y la corrupción.
El discurso de los opositores no ha calado hondo en el electorado y en los días finales de la campaña recurren desesperados a la guerra sucia con la esperanza de que memes y videos provoquen un giro de última hora en las tendencias del voto. Difícil, aunque no imposible.
Movimiento Ciudadano: Siembra para años venideros
La estrategia del partido anaranjado es clara: Sembrar políticamente el camino de aquí a las próximas elecciones locales pero sobre todo a la presidencial del 2030 cuando un iluminado (¿Colosio junior?) los lleve al poder supremo.
Mientras tanto dirigentes y candidatos hacen su trabajo, algunos muy bien, otros no tanto. MC exhibe figuras frescas, sin mancha alguna pero prácticamente desconocidas y sin experiencia. Pero también incluye personalidades con trayectoria política, algunas que pudieran dar buenos dividendos como Gustavo Almada en lo local, Ernesto de Lucas y Natalia Rivera en lo estatal.
No le faltan buenos candidatos a MC. El problema es que esos candidatos no tienen un partido fuerte que los respalde.