"A toro pasado todos somos toreros", el refrán taurino bien puede aplicarse en este momento a priistas y panistas que reconocen el fracaso de la alianza electoral entre sus partidos.
De uno y de otro lado no han sido pocas las voces que señalan como "un error histórico" haber formado dicha alianza cuyo resultado fue una derrota política y electoral sin precedentes, no sólo en las urnas sino también en los días siguientes donde hemos presenciado los pleitos internos en ambos partidos entre quienes se culpan mutuamente de haber decidido caminar juntos y tomados de la mano panistas con priistas.
En el intercambio de reproches ahora se dan cuenta también del error de haber depositado en Xóchitl Gálvez la confianza de que ella los llevaría por la senda del triunfo, reñido pero triunfo al fin. Creyeron en el momento que Xóchitl tenía la estatura de una candidata confiable cuando la exhibición de vulgaridades y el pobre discurso plagado de lugares comunes contra AMLO y la 4T advertían la debilidad de su abanderada.
Histéricos
Más que un error histórico, como ahora lo reconocen, el desliz de la alianza fue una decisión histérica, ocasionada por una realidad objetiva donde los dos partidos reconocieron su incapacidad de vencer cada uno por separado al partido oficial, Morena y sus satélites.
La desesperación de saberse destinados al fracaso provocó sin duda la confusión mental que a su vez lleva a tomar decisiones erróneas. Los escasos triunfos en las elecciones intermedias del 2018, el apoyo de la Marea Rosa con sus multitudes en el Zócalo, los augurios positivos de analistas y del periodismo moldeado por la amlofobia, fueron vectores que magnificaron su estado de confusión cuando la realidad mostraba también el paso sólido de la 4T hacia el 2 de junio.
Claro, ellos y nosotros podemos alardear de ser matadores una vez que el rumiante se ha ido de largo. Sólo que fueron ellos quienes en su momento tomaron la desesperada decisión de optar por una alianza que desde el principio estaba destinada al fracaso.
Hoy la histeria parece arraigada en el PRI, donde los pleitos internos llevan a la descomposición del partido; algo similar pero con el volumen más bajo se escucha al interior del PAN.
Mientras tanto en Morena, mareados por el placer de la victoria, no advierten que se están "perredizando", como dijo alguien. Pero esto es tema para otra ocasión.