Se conocieron en el cielo, a bordo de un avión que volaba con destino a Aruba. Él, Perry Floyd, un canadiense de edad madura dedicado a negocios inmobiliaria; ella, una mexicana con actividades similares en Sonora y en especial en San Carlos, Nuevo Guaymas, el rincón turístico que subía como la espuma y como los precios de sus bienes raíces.
Allí sobre las nubes se dio el flechazo y poco tiempo después ya estaban casados por las leyes mexicanas. Él adquirió así la ciudadanía mexicana y asesorado por ella depositó dinero a una empresa de bienes raíces para comprar terrenos que fueron escriturados a nombre de ella, su esposa por el civil aunque "el matrimonio no se había consumado", nomás de lejecitos.
Poco tiempo pasó para que Perry se diera cuenta que había caído en una trampa al transferir cerca de 30 millones de pesos con los que se compraron varias propiedades en San Carlos y ninguna le pertenecía legalmente, todo estaba a nombre de "su doña" gracias a la intervención de notarios públicos que facilitaron el traspaso legal de las propiedades.
¿Cómo hizo ella para quedarse con los terrenos y casas pagadas por el buen Perry?
César García Laguna, abogado y representante legal del canadiense, sostiene que ella es parte del cártel inmobiliario que en Sonora involucra a notarios, exfuncionarios y gente sin escrúpulos que se apropia de casas y terrenos ajenos.
"Los cárteles inmobiliarios existen en todo México, no sólo en Sonora", sostiene García quien asesora la demanda judicial interpuesta en contra de la mujer.
Pero ella no es un enemigo fácil. Fue funcionaria pública de alto nivel en el gobierno de Guillermo Padrés, tiene relaciones con la clase política de entonces y de ahora que, sugiere el abogado, la protegen.
La demanda está en curso aunque va a ritmo lento, lentísimo como la mayoría de los procesos que atiende la justicia mexicana.
García tiene la confianza en ganar el pleito legal con pruebas fehacientes del dinero aportado por su cliente y de las tranzas que facilitaron el engaño y el robo, un caso más del temido Cártel Inmobiliario de Sonora.