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Miércoles 4 de Dic de 2024
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Auge y declive de la economía agrícola

Sergio Anaya
Miércoles 27 de Noviembre de 2024
 

Cajeme llega a un año más de vida municipal, el número 97, y el festejo de aniversario no puede ocultar un sinsabor generalizado por la etapa histórica que atraviesa desde inicios del presente siglo.

Los males ya los conocemos y se han reiterado hasta el cansancio, además son tan evidentes que ni los discursos oficiales ni las buenas intenciones pueden minimizar ese sinsabor, ese malestar que nos asalta cuando conversamos con amigos y desconocidos que nos preguntan ¿cómo está Cajeme?

En este aniversario compartimos nuestro diagnóstico para invitar a una reflexión de los lectores sobre la etapa actual de nuestro municipio.

 

Esplendor y agotamiento de la economía agrícola

El auge la economía agrícola que se vivió desde el origen de Cajeme hasta la década de los 1970s, fue el motor que generó el crecimiento del pequeño pueblo hasta convertirlo en una ciudad próspera admirada por locales y visitantes. 

La agricultura dio para amasar grandes fortunas y construir mansiones envidiables. Además trajo logros como la instalación de oficinas federales a esta ciudad, y con ellas un gran número de empleos bien pagados que fortalecieron la creación de una amplia clase media, además de instituciones prestigiadas como el CIANO y el ITSON. 

Sin embargo la economía agrícola regional no generó riqueza para todos. Favoreció a los empleados cercanos de los productores, como tractoristas y mayordomos, pero dejó fuera a miles de trabajadores que laboraban jornadas extenuantes a cambio de sueldos ínfimos. Esto por supuesto no fue una característica regional, ocurre en todo el país e incluso en muchos países donde las actividades primarias son las peor pagadas.

 

Conflictos sociales

En nuestro caso, la desigualdad generó movimientos campesinos que desembocaron en repartos de tierras y en la creación de ejidos que tuvieron su momento de prosperidad a mediados del siglo pasado, cuando las familias del campo podían sostener a los hijos que emigraban Hermosillo, la Ciudad México y otros destinos donde realizaban estudios universitarios.

Debe reconocerse que en los repartos agrarios también hubo injusticias enormes contra familias que a base de trabajo honrado y disciplina habían consolidado su patrimonio en la agricultura privada. Pero al final prevaleció el estereotipo del agricultor enriquecido que depositaba sus ganancias en bancos de Estados Unidos.

Con sus logros, contradicciones y realidades, el modelo de economía agrícola comenzó a eclipsarse ante el crecimiento de la población urbana y rural cuya demanda de empleos no fue satisfecha por las actividades del campo. 

Dos hechos fueron decisivos en esta transición: Las reformas salinistas que propiciaron en los valles la disminución de la clase media rural compuesta por ejidatarios y el Tratado de Libre Comercio, también salinista, cuyos acuerdos en agricultura favorecen  a los brokers de alimentos, a la industria nacional y, al final de la cadena, a los emporios financieros de Chicago y similares.

 

El agotamiento del modelo agrícola no fue por supuesto la única variable que frenó el motor de crecimiento económico. Hay también condiciones políticas y sociales que detuvieron el desarrollo del Municipio de Cajeme. 

La más visible es la simbiosis del poder económico con el poder político regional que ocasionó la concentración de la riqueza en un estrato social reducido y agravó las desigualdades sociales que se han agudizado en las décadas recientes.

Otra condición es la afanosa búsqueda de opciones para el desarrollo, búsqueda que aún no llega a su objetivo.

Este será el tema siguiente de nuestro diagnóstico. Hasta mañana.

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