Mientras la versión oficial repite una y otra vez logros en materia de seguridad pública -unos reales, algunos solo buenos deseos-, otros hechos se encargan de situarnos en la realidad.
Una vez más la familia de Jesús Enrique Contreras bloqueó la calle Jalisco en el cruce con Yaqui, frente al edificio de la Fiscalía General de Justicia del Estado, para pedir, exigir, suplicar que se intensifique la búsqueda de este joven estudiantes del ITVY y conductor de plataforma digital víctima de desaparición forzada hace más de un mes.
Es la realidad no de Cajeme sino de todo México. Los desaparecidos son miles y sus familias los buscan desesperada, angustiosamente, sin que el llanto, el cansancio y la frialdad burocrática los haga desistir. Ellos conocen el dolor inmenso de tener a un ser querido que un día fue tomado por la fuerza de individuos armados que hacen y deshacen, siembran el terror aquí y allá, mientras las autoridades se complacen con estadísticas que demuestran lo bien que están haciendo las cosas.
Uno tras otro a diario miles de mexicanos siguen desapareciendo y no hay líder político, partido, gobierno, autoridad policial y militar que lo impida. Su única -a veces despiadada- excusa es atribuirle a la víctima la culpa "por andar en ámbitos de la delincuencia organizada".
Y no hay una señal, un dato que nos asegure que esto va a terminar pronto.