Estos eran tres hermanos... Así, al estilo de un corrido mexicano, podría empezar la historia de John, Robert y Edward Kennedy, una historia que cierra su capítulo viviente con la muerte del tercero de ellos, Edward.
Comparado con sus hermanos John y Robert, cuyas trágicas muertes los convirtieron en leyendas norteamericanas, Edward fue un político de carne y hueso al que tal vez no se recuerde tanto en el futuro, y cuando se le menciones será sin duda a la sombra de sus dos ilustres hermanos.
Sin embargo Edward tuvo también una vida polítca fructífera, con logros notables, pero también con las contradicciones y puntos flacos que tiene cualquier político en el mundo.
Las mujeres y hombres de su generación lo recordarán sin duda como el demócrata que impulsó medidas y reformas liberales a favor del pueblo norteamericano, como señaló Barack Obama al anunciar la muerte de su amigo Edward.
Para otros, tal vez la mayoría, quedará como un hábil político que se religió cuantas veces quiso, pero no tan hábil como para alcanzar los niveles donde estuvieron sus hermanos.
John fue presidente, Robert estuvo a punto de serlo; ambos sucumbieron en asesinatos que aún levantan pasiones, dudas y temores en la opinión pública norteamericana.
Edward también aspiró a la candidatura del Partido Demócrata hacia la presidencia de Estados Unidos. Pero su camino era más angosto, tenía más advertencias de peligro, y tuvo que conformarse con ser un senador vitalicio.
Pero más allá de todas sus virtudes y aspiraciones fallidas, la biografía de Ted Kennedy quedó manchada para siempre con el trágico incidente del automóvil que él conducía y donde murió su secretaria Mary Jo Kopechne.
Fue el 18 de juliio de 1969, en el camino hacia la isla Chappaquiddick, estado de Massachusetts. Hace cuarenta años ya y desde entonces la suerte política de Edward Kennedy estuvo atada a este capítulo que cerró el círculo de tragedias políticas en el clan Kennedy.
Con la muerte de Ted tal se cierre el ciclo histórico de una familia -los Kennedy- que simbolizó muchas de las aspiraciones del pueblo norteamericano. Más allá
de las anécdotas y frivolidades que difundían las revistas de sociales y espectáculos, la familia Kennedy fue la encarnación de una manera de ejercer el poder en la nación más poderosa del mundo en el siglo XX.
Hoy el ciclo se cierra, pues no se ve en el horizonte a un Kennedy con la estatura política suficiente para retomar el camino de Jack, Boby y Ted.