En este país, por rumbos del Sonora querido, la de luchador social resulta ser vocación ingrata, incomprendida y de sacrificios; de altas y bajas, de pocas alegrías, con muchas desilusiones y frecuentes sinsabores. Quien piense lo contrario, que le pregunte a Rosendo “El Chendo” Arrayales.
El activismo de El Chendo abarca movimientos, defensas y luchas por causas sociales y beneficios colectivos. A veces, con métodos ética y socialmente probados, otras sin ellos, actúa contra la drogadicción de jóvenes estudiantes; en ratos libres, trabaja por la protección y eliminación de la violencia contra los animales.
Aunque para muchos sea conocido por sus reclamos de justicia y tareas solidarias a favor de los deudos de la Guardería ABC, singularmente, desde hace veinte años, a partir de la muerte de su padre, hizo de la donación voluntaria de órganos la vocación destínica.
En eso de la cultura de la donación de órganos y tejidos para trasplantes, hace mucho que El Chendo talachea con denuedo, chamba agobiante, pesada y fina; como hormiga infatigable, va o viene a golpe de calcetín, tocando puertas de ayuntamientos, congresos, oficinas del ejecutivo, organizaciones de la sociedad civil y agrupaciones no gubernamentales nacionales o extranjeras.
Pian pianito, uno a uno, apila papeles que colecciona en la carpeta de grandes pastas moradas que apergolla con celo bajo el sobaco; en cinco centímetros de papeles, logotipos y maques variopintos forjan la carta de navegación de itinerarios por los vericuetos burocráticos, donde echó el bofe y marcó territorios. Un separador negro con dos “ce-des” aparta cuatro centímetros de acuses del tanto de las respuestas.
La tarea de vida apenas empieza a darle frutos. El Chendo anda que no aguanta las contenturas: entre que abrumado por las dificultades para abrirle paso cotidiano a tareas solidarias, entre que es dura la refriega diaria de acarrearle pañales y mamilas a La Jiapsy, los primeros días del 2010 llegaron con bondades que son rarezas de colección.
De salida el año viejo dejó novedades gratas, y de entrada, el 2010 llegó aspectado con buenas cosechas. Al despuntar diciembre pasado, El Chendo recibió las primeras noticias alentadoras: Heriberto Grijalva Monteverde, rector de la UNISON, hizo propia la iniciativa de El Chendo y promovió ante el Consejo Universitario, con resultados favorables, las credenciales de alumnos, académicos y empleados, conteniendo leyendas que explícitamente hacen donadores voluntarios a sus portadores.
Si usted lo encuentra por calles de Cajeme, o de Hermosillo, con sonrisas tatuadas en la cara, no lo juzgue mal…, para empezar saque cuentas: la Universidad Autónoma de Baja California, UABC, pide pronta réplica de las experiencias de Sonora en los campus universitarios de Tijuana y Mexicali.
Sigue el balance. A partir de las propuestas de El Chendo, la diputada Nadia Hanoi Aguilar, enriqueció su iniciativa relacionada con la promoción de la cultura de la donación de órganos integrada a planes y programas de estudio de educación básica, que en fechas recientes presentó al Congreso Local de Chihuahua.
Si tal no pareciera suficiente, sepa que El Chendo puso en manos del Dr. Alejandro Poiré Rivero, subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, la petición para que el Consejo Interreligioso de México exhorte a sacerdotes, pastores, catequistas y guías espirituales a fomentar la donación de órganos ante sus feligreses.
En días pasados entregó a los gobiernos y congresos locales de todos los estados de la república mexicana la iniciativa de la credencialización. Las propuestas de El Chendo promoviendo reformas constitucionales o federales, pasaron hasta ahora ante los ojos de todos aquellos personajes que representen mínimas oportunidades de empujar hacia adelante la cultura de la donación explícita de órganos
Si aún no lo convence la lucha de este sonorense, entonces sienta entonces porque remarco estos renglones al anunciarle que el Dr. José Narro Robles, rector de nuestra UNAM, instruyó al Dr. Castillo Nájera, para que Rosendo Arrayales se presentara el 27 de enero en la Facultad de Medicina en Ciudad Universitaria, para enterarlos de los pormenores de la lucha convertida en leitmotiv.
Mientras platica, avienta las palabras con la velocidad del traca traca de los “cuernos-de-chivo”, pero la voz se le quiebra y hace arrullos cuando recuerda a la hija y a la madre… Dice con los párpados a medio abrir, o medio cerrar, como pasa con las persianas descompuestas: “algún día La Jiapsy sabrá los montonales de sufrimientos que pasé por escoger la profesión de luchador social”.
Lo dice, porque la felicidad nunca aparece completa. Si usted nota que el rostro de El Chendo lleva labios que ríen y ojos tristones, no se asombre, fue alguno de los coordinadores del ITSON, lángaros y berrinchudos, quien echando mano a las absurdas condiciones contractuales que rigen las relaciones laborales de los maestros auxiliares del ITSON que, sin renovarle contrato, lo excluyó del claustro académico. Pequeñajo como es, Gonzalo tal vez ni lo ordenó, pero tampoco impidió el recorte.
Se lo pierden, El Chendo, con vetas propias, daba proyección humanista al ITSON. Su trabajo aportaba lustre humano a la institución académica más importante del sur de Sonora, pero la actitud fascista de evitar que cundan “malos ejemplos” de lucha social entre alumnos y maestros, impidió que le renovaran el contrato de la clase que impartía desde el 2003.
A Rosendo nadie le arrebata sueños; agarra consuelos diciendo en voz alta que habrá holgura en las gestiones, alega: “Jesús, tú lo sabes como yo, la mayoría de la gente deja lo mejor de la vida en trances diarios, por los que, cuando bien les va, nomás reciben pesos”. Y explica: “visto así, no hay pago que compense las íntimas satisfacciones de servir o, la tranquilidad espiritual que deja saber que tu esfuerzo beneficia a otros”.
No contento, agrega: “Por esa compensación vale la pena cualquier riesgo, como que me hayan suspendido en el Consejo Estatal Electoral por apoyar reclamos de justicia de los padres de los niños que murieron quemados el 5 de junio del 2009, o que el ITSON me deje sin las horas que cubría en calidad de maestro auxiliar”.
La mayoría aprende que la realización profesional y la felicidad consisten en amasar fortunas, rodearse de lujos y satisfactores extravagantes. Será porque El Chendo no lo entiende así, que pasa por inadaptado ante los que fueron sus compañeros académicos en el ITSON, y por lo mismo, que algunos psicólogos del alma máter, lo tienen por deschavetado y prófugo del diván.
Se necesitan grandes dosis de voluntad, toneladas de tesón y mares de templanza, para no desistir en medio de la narcolepsia social que permanece absorta entre hedonismo, egolatría, consumismo e inmediatez; que no participa, que permanece ajena a sus propios y grandes problemas, a la que parecen no incumbirle los factores y causas de los propios males.
Será por eso, por las toneladas de perseverancia, que El Chendo es extraño en su mundillo. Toda una vida trotando calles, de oficina en oficina, gastando suelas, a ritmo de congojas, por el mundo justo y vivible de los otros.
Jesús Noriega