La bella noche primaveral conjugada con la quietud de la laguna del Náinari, fue el escenario donde se celebró la Hora del Planeta.
Un grupo de alrededor de 50 personas, jóvenes en su mayoría, algunas madres de familia y apenas dos o tres hombres mayores, se unieron a esta celebración mundial.
No se vio aparte de esta otra manifestación de simpatía por este acto simbólico que significa mucho para quienes luchan por preservar nuestro mundo.
No se vio por ningún lado a los contingentes que las autoridades suelen llevar a los actos oficiales.
Tampoco aparecieron por allí ninguno de los que defiende al Valle del Yaqui frente al acueducto del Novillo.
Ellos se lo perdieron.