Aunque parecieran unos yaquis como los demás, los danzantes tienen algo especial: son elegidos por Dios para la tarea de preservar la cultura de una indómita etnia.
Y es que, de acuerdo con el maestro Luciano Espinoza Escalante, promotor cultural de Loma de Guamúchil, no todo mundo aprende la armonía de las danzas yaquis sino aquellos que “traen el don”.
“Cuando los niños ejecutan los primeros movimientos de los bailes y aprenden cada uno de los pasos, entonces te das cuenta de que van a ser buenos danzantes”, refirió.
Con nueve años de experiencia en la enseñanza de las danzas El Venado, Pascola o El Coyote, Espinoza Escalante afirmó que cuando un bailador se pone la indumentaria, se transforma.
“Para ser bueno, tiene que sentirse como un venado en su hábitat o como un pascola y tener el corazón para Dios”, enfatizó.
El maestro yaqui presentó este martes un grupo de danzantes que ha formado en los últimos meses, todos ellos jovencitos estudiantes que ejecutaron sus pasos en el Museo de los Yaquis.
En la presentación del folleto “La danza del venado”, a cargo de la empresa Protur, los menores Juan Celso y Mario Jacinto Molina Cochemea, así como Juan Valencia Flores, Vinicio Romero Martínez y Julián Romero Sombra ejecutaron el bailable tradicional.
Junto con ellos José Carlos Somochi Ochoa, Vinicio Estrella Lugo, Alfredo Ruiz Rodríguez, Efraín Murrieta Ochoa y Ramiro Sombra Molina son ya excelentes danzantes, pero no dejan de estudiar en sus respectivas comunidades.
Para Trinidad Ruiz Ruiz, directora de Cultura en Cajeme, la guía de danza producida por Mara Romero, directora de Protur, es abrir una ventana al conocimiento sobre danzas prehispánicas en Sonora.
Cada danza tiene un simbolismo que refleja la identidad étnica del sur de Sonora como alternativa de turismo cultural inexplorado, consideró, y que representa un enorme potencial.
En la danza del venado está la tradición de un grupo que por más de 500 años ha logrado mantenerse a pesar de los adelantos científicos y tecnológicos, enfatizó.
Este baile muestra que los valores simbólicos, ambientales, estéticos y culturales de los pueblos indígenas pueden estar al alcance de los habitantes de la ciudad, manifestó.