Es un Emiliano Zapata de 3.40 metros de altura y pesa mil 500 kilos de puro bronce.
Cuando lo colocaron en la esquina de calles Michoacán y 300, sobresalía del resto de los edificios de la zona.
Pero hoy ante tantos anuncios luminosos y negocios, ya no sobresale y es muy incómodo realizar cada 10 de abril la ceremonia luctuosa en su recuerdo.
Por ello, el profesor Miguel Ángel Castro Cosío solicitó al alcalde Manuel Barro Borgaro cambiar de lugar a la figura del revolucionario.
“Esta estatua representa al Zapata revolucionario impartiendo la negada justicia; al caudillo, al insurrecto, al hombre probo, íntegro y sin mácula alguna”, sostuvo el dirigente de la Unión General Obrero, Campesina y Popular (Ugocp).
En el nuevo sitio donde se coloque a Zapata, expuso, debe ser una plaza pública donde los campesinos y sus dirigentes, los ciudadanos y sus gobernantes, cuiden, vigilen y den limpieza y mantenimiento y, sobre todo a conservar y preservar esta figura.
“Ante la estatua de este hombre extraordinario, nos comprometemos hoy y siempre a seguir fortaleciendo a las organizaciones campesinas; a defender los centros de trabajo y los proyectos productivos que conquistamos con tantas luchas y sacrificios inspirados en el general Zapata”, destacó.
El presidente municipal hizo el compromiso de reparar estatuas y monumentos de Cajeme en ocasión del bicentenario y centenario de la independencia y revolución mexicana.
“Estamos por celebrar dos festejos de gran trascendencia para los mexicanos y para hacerlo con todos los honores es necesario que las figuras representativas de los héroes que marcaron historia en el país estén en excelentes condiciones”, expresó.