Un mosaico «desesperanzador» el de hoy según muchas ONG, que siguen denunciando, en el 61 cumpleaños de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que existen en el mundo miles de millones de personas que carecen de ellos.
Ningún continente se salva de contar en su haber con violaciones a la Carta aprobada, en París, en 1948, por la Asamblea General de las Naciones Unidas. ni tan siquiera Europa: «El año pasado hemos recibido cincuenta mil nuevas demandas y ya tenemos más de cien mil en los armarios del tribunal», aseguraba a ABC, en mayo de este año, el presidente del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Jean-Paul Costa, quien confesaba que tenía «literalmente» su despacho inundado de casos sin resolver.
«El problema es que hay ciertos países donde todavía no se han habituado a tratar los asuntos de derechos humanos», añadía en referencia a los cuatro Estados europeos que concentran más de la mitad de las denuncias del continente: Turquía, Rumanía, Ucrania y, por último, Rusia, el Estado líder en este sentido.
En China, «se sigue empleando la pena de muerte para castigar más de 65 delitos, siendo China el país que más personas ejecuta con diferencia en todo el mundo. Alrededor 400.000 personas siguen recluidas en campos de reeducación por el trabajo, sin juicio previo. La censura en internet no solo no remite, sino que ha empeorado durante los últimos meses. Las minorías étnicas son reprimidas de forma sistemática en un intento por homogeneizar el país», explica la ONG Amnistía Internacional sobre el gigante asiático, que recientemente ha celebrado los Juegos Olímpicos rodeado de una gran polémica, por las continuas acusaciones recibidas por incumplimiento de los derechos humanos.
Tras los atentados del 11-S
Denuncias contra los derechos humanos de las que no se salvan tampoco países del continente africano, otros del continente asiático (Camboya, Tailandia, Corea del Norte, Malasia) o el continente americano, como México (donde los «homicidios ilegítimos, torturas, violaciones y detenciones arbitrarias perpetrados por agentes de la policía municipal, estatal y federal», están a la orden del día), o los mismos Estados Unidos: «en el contexto de la "guerra contra el terror" liderada por Estados Unidos tras los atentados del 11-S en Nueva York, las violaciones de derechos humanos cometidas por agentes estadounidenses en Europa, Irak, Afganistán, Guantánamo y otros lugares del mundo han sido muchas y variadas, y han incluido desapariciones forzadas, tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes; en algunos casos con resultado de muerte bajo custodia».
En 1948, sin embargo, era otra época. El mundo aún despertaba de una de sus peores pesadillas: la segunda guerra mundial y el horror del exterminio nazi. Por ello, cuando el 10 de diciembre de aquel año, la Asamblea General de las Naciones Unidas dio su aprobacióna a la Declaración de los Derechos Humanos, con 48 votos a favor, ocho abstenciones y ningún voto en contra, lo que se buscaba era un aval para una paz duradera.
El mundo necesitaba reconstruirse y, por primera vez en la historia, se reconocía un conjunto de derechos a todos los seres humanos por el simple hecho de serlo. En plena edificación de un nuevo orden internacional -que dividiría al planeta, por otro lado, en dos bloques amenazados por la guerra durante más de 40 años- los aliados cumplieron con la obligación moral de establecer este conjunto de principios legales de valor universal. que siguen en gran medida incumpliéndose en muchas zonas del planeta.
«A pesar de los esfuerzos realizados en este medio siglo, los derechos humano siguen siendo denegados o mal acogidos en numerosos lugares del planeta, sin transformarse en auténticos derechos fundamentales que den solidez democrática a varios regímenes», escribía el jurista, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y ex ministro de Trabajo en la primera legislatura de Adolfo Suarez, Manuel Jiménez de Parga, en diciembre de 1998. La situación no parece haber cambiado.