No averiguaron de qué se trataba, lo único que vieron fue que había mucha gente y se dejaron venir.
Eran los promotores de una empresa de hamburguesas y traían cupones que equivalen a un 10 por ciento de descuento en la compra de una albóndiga aplanada cubierta de pan.
Y los niños y otros jóvenes que estaban de curiosos en el mitin tampoco sintieron mucha compasión por los oradores que en el presidium se desgañitaban.
Se avalanzaron sobre la botarga del negocio y sobre la promotora, le aceptaron los cupones y se divirtieron un rato sin importarles que a unos metros se debatía un asunto demasiado importante.