De compras en el Mercadito Unión
Francisco González Bolón
Domingo 06 de Junio de 2010

De sus 84 años, 40 los ha vivido entre olores de carne, mariscos, hortalizas recién cortadas y a pueblo.

Don Alfredo Gaxiola Angulo todavía tiene arrestos para seguirse despertando a las 4:00 horas para ir a su puesto en el Mercadito Unión.

Él forma parte de la sociedad de 90 locatarios que integran el mercado y del cual se acuerda que nació a finales de los años 50.

Entre tejabanes o puestos con mantas, refiere, el mercadito se fue metiendo en la mente de los cajemenses como el mejor lugar para comprar sus alimentos básicos.

El ajetreo de cada madrugada era notable, con el ir y venir de la gente para abrir sus locales, hombres descargando a puro lomo la mercancía de los camiones y los consumidores que llegaban aún antes del amanecer, afirma.

Desde ese tiempo, asegura, el mercadito se distinguió por los mejores precios, al grado de que ni los llamados “mercados sobre ruedas” del populismo de Luis Echeverría y José López Portillo, convertidos en tianguis años después, pudieron hacerle la competencia.

La gente de las comunidades rurales surtía su despensa en este parián, sobre todo porque la central camionera se encontraba cerca, en las calles de California y Zaragoza, recuerda.
Y aunque ha tenido sus altibajos, expone, sobre todo por la construcción de tantos centros comerciales en la ciudad y las comunidades rurales, el Mercadito Unión es aún muy visitado.

Una gran crisis en sus ventas se vivió cuando fue construida la Central de Abastos que se ubica a la salida sur de la ciudad, dice.

Entonces, muchos locatarios se fueron hacia ese lugar, relata, pero con el tiempo todo volvió a la normalidad y aunque las ventas ya no son las mismas, de todos modos dan para subsistir.

En el mercadito se ha vivido de todo, desde las grandes crisis nacionales, con sus devaluaciones y pérdida de consumo, hasta la bonanza del Cajeme donde hasta el más chico ganaba su tostón durante las zafras algodoneras.

Y, más recientemente, asesinatos como el de diciembre de 2009 cuando uno de sus comerciantes fue acribillado por un comando armado.


Calles destrozadas

Pero por lo que más sufren, de acuerdo con el administrador del mercado, Mario Servín Anaya, es por el deficiente alumbrado público y las calles destrozadas, sobre todo la Galeana.

Otro problema es el estacionamiento, al grado de que se ha analizado un proyecto para construir un segundo piso con más de 30 espacios, pero los problemas económicos no han permitido sacarlo adelante.

No obstante, sustenta, los locatarios se ufanan de ser los más baratos de la localidad, pero sobre todo de ofrecer la verdura más fresca, al igual que los pescados y mariscos.

De las carnicerías, ni se diga, afirma, pues las mejores marcas se establecieron en este parián y fueron las que lo hicieron revivir tras el escape de algunos locatarios hacia la Central de Abastos.

Hoy quizá ya no se tengan las utilidades de años atrás, sostiene, pero los comerciantes no dejan de vender más barato que en otros puntos del municipio.

Y ese es el sello distintivo de un viejo parián al que las crisis, los centros comerciales y el paso del tiempo le han hecho lo que el viento a Juárez, afirma.

 

 
 

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