HERMOSILLO.- El profesor Jaramillo, después de cotizar muchos años y pagar puntualmente sus cuotas, fue rechazado por el Isssteson al tener que reafiliarse por un cambio de preparatoria.
¿La razón? Que el profesor ya no estaba sano, ya representaba un costo al Instituto que dice no tener dinero para cumplir sus obligaciones.
Por ello el profesor Jaramillo fue sacado del Hospital Chávez, no fue atendido de unos dolores de cabeza y, apenas un par de días después, falleció de una embolia. Algo que pudo ser evitado con unas pastillas, con un tratamiento oportuno… algo que no debió suceder si se le hubieran respetado sus derechos.
¿Quién va a pagar por ese homicidio? ¿Quién consuela a su esposa Esperanza y familia? ¿Quién pagará los daños? ¿Teresa Lizárraga o Héctor Larios? ¿Daniel Hidalgo o Eduardo Bours? ¿Roberto Ruibal? ¿Alguien irá a la cárcel por esto?
Todos ellos y muchos más (cada uno en su momento) al permitir, justificar o aprobar la existencia de esa absurda práctica de discriminar a los enfermos por estar enfermos, son culpables de éste y muchos otros homicidio como éstos, que poco se conocen, que son poco noticiosos, pero que afectan a los más vulnerables de manera terrible.
Esta práctica del Isssteson, ya declarada como discriminatoria e inconstitucional por la Suprema Corte, tiene más de una década arruinándole la vida a los trabajadores (y como siempre afecta más a los que menos tienen).
El pretexto de que el Instituto no tiene dinero para atenderlos ha sido el mismo siempre, pero nunca ha sido demostrado, sobre todo cuando ha sido la caja chica, o más bien la caja grande, de la corrupción en Sonora. No parece que no tengan dinero cuando se pueden gastar 45 mil pesos en un carro alegórico el pasado noviembre, cientos de miles en eventos absurdos, viajes, entre otros. O que el Gobierno de Sonora no tiene para la salud, cuando paga alrededor de 4 millones y medio de pesos a un bailarín para un festival.
Ningún pretexto vale, ningún argumento es suficientemente fuerte como para justificar esta política pública de exclusión, discriminación y muerte. Ni que viviéramos en un Estado nazi o totalitario para que se dé el desprecio por los enfermos que aquí en Sonora el Isssteson demuestra día con día.
La esperanza no muere
Dentro de ocho días se cumple el plazo en el que el nuevo Gobierno se comprometió a eliminar definitivamente esta práctica y todavía hay resistencias, todavía hay quienes se oponen a cumplir con sus obligaciones. Ignoran sus responsabilidades, son frívolos al tomar decisiones, se basan más en miedos y prejuicios que en verdades y razones.
Está claro en la Constitución Política: En nuestro País (y eso incluye Sonora) nadie puede ser discriminado por motivos de salud, el derecho a la atención médica es una garantía individual (Artículos 1 y 4).
¿Acaso no saben de esto al condenar a las personas al calvario de la desatención? ¿Prefieren que la gente se siga muriendo? ¿Sale más barato?
Ahora incluso discriminan y rechazan a quienes tienen obesidad o que, por razones hereditarias, pueden sufrir alguna enfermedad crónico degenerativa. ¿Cuál es el siguiente paso? ¿No dar trabajo a quien esté enfermo? ¿Matarlos? ¿Una raza pura y superior que no se enferme? ¿Nazismo? ¿Fascismo?
¿Acaso nuestros gobernantes no se enferman?
Mientras a nivel mundial, empresas y gobiernos contratan personas con capacidades distintas y muestran apertura, inclusión, el Gobierno de Sonora ¿va a seguir discriminando a los enfermos?
Esto no sucede en otras instituciones similares al Isssteson en otros estados, no es para nada normal en una institución pública, es atípico y en cualquier parte del mundo que se comenta el ya famoso caso de vergüenza, la reacción es la misma: Es un absurdo, es ridículo, ignominioso.
Es momento de decir ¡ya basta!, es momento de cambiar para mejorar, no para seguir igual, de tomar decisiones estructurales de fondo, de aportar soluciones completas, no intermedias que sólo prolonguen el problema. Que el nuevo Sonora también sea mejor, para todos.
En fin, en este tipo de decisiones es donde se demuestra la talla de los gobernantes y muchos, como el Grupo de Discriminados por el Isssteson y otros que no han levantado la voz, están esperanzados en que Guillermo Padrés Elías tendrá la mano firme para solucionar este problema.
¡Ojalá… en verdad ojalá y hasta pronto!