El Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010 será, un año después, la “vacuna económica contra la influenza de 2009”, porque activará el consumo alrededor del planeta y podría propiciar la recuperación de lo que se perdió el año pasado, aseguró Ciro Murayama Rendón.
El catedrático de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM, sostuvo que se tiene un auténtico negocio alrededor del mundial, que beneficiará a empresas de múltiples sectores, como las de transmisión de televisión, fabricantes de televisores, entidades bancarias, marcas de artículos deportivos, refresqueras, restauranteras, cerveceras y demás; éstas aumentarán sus ventas en el mes de duración, lo que es positivo tras la crisis que se vive en el orbe.
De acuerdo con estimaciones del grupo financiero Ixe, prosiguió, los ingresos de la televisión abierta por la clasificación de la selección mexicana a la competencia mundial, serán de alrededor de 900 millones de pesos.
Es decir, abundó, el equipo tricolor es un gran negocio, y para las televisoras el hecho de que México haya calificado puede significar que concluyan el año en números negros, porque será el evento más comercializado que tengan en este año.
Murayama Rendón informó que, según datos de la revista Expansión, en la actualidad el fútbol mueve 500 mil millones de dólares, lo que significa que es la economía 17 del mundo.
Además, representa un gran mercado, porque de acuerdo con la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), lo juegan 265 millones de personas, y el espectáculo más visto en la historia de la televisión fue el mundial de 2006 –aunque es probable que sea superado por el de Sudáfrica–; se siguió en 214 países, sumó 26 mil millones de televidentes, y la final entre Francia e Italia, reunió a 608 millones de espectadores en directo.
Entonces, mientras algunas personas estarán pendientes de los resultados de su selección nacional, otras estarán al tanto de lo que ingrese a las cajas registradoras, comentó.
De acuerdo con la cadena CNN, el impacto económico del fútbol es tal, que representa el 0.7 por ciento del Producto Interno Bruto de México, cifra superior a la que se destina a ciencia e investigación.
Es un negocio que genera empleos, actividad y consumo. Lo que se debe analizar es de qué manera se logra que el consumo, y la afición a su alrededor, proporcionen mejores dividendos en el plano deportivo, pero también en el económico, señaló.
Murayama Rendón explicó que además de ser importante lo que sucede en la cancha, porque es lo que atrae y mantiene a los espectadores, este deporte también constituye una industria de entretenimiento, donde ocurren todos los problemas económicos de cualquier negocio: burbujas financieras, quiebras, sobre endeudamiento, inversiones -a veces muy rentables, y malas en ocasiones-, piratería alrededor de sus productos, e incluso lavado de dinero.
Por ello, es necesaria una regulación que conduzca con racionalidad a esta industria, para que el mercado no quiebre y pueda seguir funcionando. Pero en los últimos años lo que se ha registrado es una burbuja de precios, un auténtico fenómeno inflacionario.
No obstante, no hay buena reglamentación, porque existen fenómenos asociados a la internacionalización o globalización del fútbol como negocio, tal es el caso del trabajo infantil; equipos como Barcelona han contratado a futbolistas desde los 13 años, cuando aún son niños, situación que debe estar regulada.
Sin embargo, abundó, en México no se ha puesto atención a su estructura económica, y en general a la de los deportes, a diferencia de lo que sucede en Estados Unidos, donde desde las universidades, las escuelas de economía analizan las ligas de fútbol americano, basquetbol y béisbol desde los años 50. Posteriormente, esos estudios llegaron a Inglaterra, y de manera muy lenta, lo están haciendo a América Latina.
Desde esa perspectiva, no es malo que el fútbol sea un negocio, el problema es que no está regulado, no se respetan los derechos de los trabajadores y propicia mafias. “Se debe cuidar que no esté en poder de quienes anteponen el interés privado sobre el público, y que no se violen los derechos de los consumidores o de los trabajadores”, concluyó.