Lo de Hermosillo le pasó a todo el país: Carlos Monisváis
Redacción
Lunes 21 de Junio de 2010

Bueno, no sé si me admiten como fuereño un comentario sobre los acontecimientos de Hermosillo, si me aplican el 33 no tendré inconveniente en autocensurarme, pero creo que lo que ha pasado con la guardería de Hermosillo es una de las cosas más graves que se registran: grave por la muerte de estos 48 niños, grave por la idea de las autoridades que basta con el juego de arrojar las responsabilidades a otro para resolver el problema, grave por todo lo que está detrás de este fraude de las subrogaciones, grave por la absoluta insensibilidad moral que han mostrado -y ahí no distingo porque se han esforzado por competir al respecto-, y grave porque piensan todavía que el tiempo corre a su favor y que la gente de Hermosillo, a la que no creo que le otorguen en rango de comunidad, se va a olvidar, que es cosa de propiciar la amnesia que todo lo subsana o lo volatiliza.

Creo que están equivocados, porque lo de Hermosillo no le pasó a Hermosillo, le pasó al país entero.

Durante días en México (DF) sólo de eso se hablaba y se sigue hablando, no fue un hecho para nada fugaz, todas las conversaciones en las que he participado o que he oído, artículos, intervenciones, insisten en que la responsabilidad ética es lo que no ha estado en cuestión.

Ha estado en cuestión el disparate administrativo, las primeras declaraciones del director del IMSS de que no había sucedido nada, luego la exculpación eterna en el papel de anticipo del juicio final de que aún, que no hay responsables, luego la marcha atrás, luego decir que algunos pueden ser responsables, luego responsabilizar a unos cuantos, luego evadir el hecho de la gran responsabilidad que es la operación fraudulenta de las subrogaciones, todo esto no puede olvidarse, y no puede olvidarse primero por los 48 niños, y segundo porque lo que está en juego es si vamos a ser un país subrogado, punto.

Se lleva ese camino y creo que a eso nos estamos negando todos. Y yo estoy seguro que para, y digo esto, no me toca decirlo, pero lo digo en voz baja para que no se note mi aliento sermonero, lo que no puede ser es que en Hermosillo la comunidad que se ha ido formando renuncie a serlo con el ejercicio del olvido. Eso de ninguna manera es posible.

 
 

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