¡Qué fácil es pasar la tarde llorando de alegría, y después del partido ¡ir en busca de nuestros seres queridos!
¡Mar de lágrimas contagiosas que anidan en los ojos e inundan el alma, ante el estupor de ver cómo, sin embargo, la vida continúa! Se ha ganado ante la genialidad. Se ha derrotado al pesimismo y al “yamerito”.
En el bar de la esquina y el callejón, a la una de la tarde del jueves 17 de junio, se respira un aire de algarabía, un microcosmos de alegría patriotera que quiere dejar salir un mar de lágrimas, una ilusión mediática, tan densa como la niebla de humo de cigarros. La pista de baile que animan las rolas del tropicalísimo Apache que escapan de la rockola, y que fluyen por el local, se edifica como una majestuosa verbena, un día de gloria. Unas pocas chicas danzan con su improvisados fredastaires de todos los niveles sociales. Por unas horas quedarán a un lado los problemas, la fuerza mediática de las imágenes futboleras, harán disipar fugazmente nuestras broncas de Coppel, la letra del banco, los 500 de la “cuota voluntaria”. Por unas horas, nadie se preguntará ¿qué pasó con los asesinatos y la brutalidad policiaca?, y nadie buscará información sobre el incendio de la Goya, ni mucho menos sobre las demandas masivas contra la Ley Arizona.
Los eufóricos asistentes, parecen compartir su alegría, pareciera que su identidad ahora es la cara sonriente del “sí –se-puede al sí-se-pudo!” patriotero deportivo. En la pista, un improvisado galán de la Machi López se abraza con la Karina, como un acto de catarsis colectiva que conlleva al desenfreno emocional por la victoria ante los franceses.
Un ambiente enrarecido de miados y perfume—como diría Rubén Blades—flota como una densa capa que envuelve y penetra. Las ballenas siguen su danza de escanciar los vasos de los parroquianos, ebrios de gloria efímera sobre las mesas del lugar. La tarde languidece y los asistentes a esta representación de poner en juego el prestigio nacional en los calzones de unos aventurados y esforzados compatriotas, parece que llega a su fin, poco a poco el ánimo se va calmando, algunos buscan su bicicleta, para emprender el largo camino a casa, cual si fueran émulos de aquel Pablo Pueblo del ya citado Blades, tras la convivencia pacifica, son:”hijos del viento y la calle, de la miseria y el hambre ,del callejón y la pena,…su alimento es la esperanza, sus pasos no llevan prisa y sus sombras nunca los alcanzan”.
Tras la partida rauda de los bicicleteros, queda otro sector de parroquianos, esos de lentes oscuros y camisas brillosas, y de descomunales esclavas de pacotilla, esos seguramente volverán a sus casas de la mano del “Chincharito” y Osorio. Cada señor que pase junto a ellos se les figurará un “Maza” Rodríguez, un “Conejo” Pérez, tal vez un Salcido, un larguirucho con cara cantinflesca será sin duda Guille Franco.
Bueno, se consiguió la victoria, por fin derrotamos al”yamerito”, y tanto ellos los héroes del mediodía al igual que todos nosotros emprendemos el regreso a casa, como volvemos diariamente de la chamba, de la escuela con los buquis, del súper con la señora, de las tortillas con la sirvienta, con la bicicleta fiel esquivando los perros en la México y la Municipio Libre, de la oficina a la casa en el retacado Línea 12
Y la borrachera justificada por el juego del hombre, llegó a su fin, poco a poco los invitados de ocasión se irán uno a uno. ¿Se acuerdan del Tricolor y los valientes “Chìcharito” Hernández y Gìo Dos Santos? Quedarán para siempre en nuestra memoria.
Cada chaparrón que pasa por delante de nuestra mesa, es un Gìo, un Carlos Vela. Y a todos les decimos, "chasgracias, Gìo gracias por tus corridas incansables y el par de pinceladas geniales, igualmente Osorio, Márquez y Temo".Gracias Rafa Márquez por ganar todos los envíos por alto, por volar como un pájaro y pegarle todos los frentazos. Fuiste la figura de este equipo, uno de sus pilares y nos regalaste un pase para gol de antología, ese pase al “Chicharo” que la raza de bronce coreó desde el Bravo al Suchiate! ,y de la Ladrillera hasta La Sochiloa!
Gracias Osorio, Salcido, Efraín Juárez, Pablito Barrera, Torrado, y Héctor Moreno”, por correr y correr en el medio, por no dejar subir a los contrarios.
Adiós, “Bofo Bautista”,”Venado Medina”, Memo Ochoa, Guardado, Michel, y los calentadores de la banca que también ¡sufren!
Gracias “Vasco”, por hacernos nefelibatas por unas horas, por hacernos copartícipes de tu aventura, y desde esta atmósfera de injusticias,asesinatos,incendios, secuestros, intolerancia, demandas anti-migratorias, miados y mugre, fluye un grito sonoro de ¡Viva México, cabrones!