No cabe duda de que Guadalajara es una de las ciudades más hermosas de México y por tanto del mundo, al ser México el país más hermoso del mundo, y no estoy hablando chauvinísticamente lo afirmo basado en sus recursos humanos, naturales, paisajísticos, energéticos, climáticos, etc.
A Guadalajara sí viajo lo más seguido posible, al ser la ciudad base familiar. En esta ocasión pudimos pasar unos días disfrutando de ella y recordando cuando vivimos aquí durante 10 años.
Es impresionante ver una ciudad con tantos árboles, aunque no se cumple con los estándares de porcentajes de áreas verdes para ciudades establecidos por la ONU, pero creo que debe ser una de las ciudades del país con más árboles en sus calles. Lo único malo de estos árboles es que han levantado con sus raíces muchas de las banquetas y algunos tramos de calles, pero esto no es su culpa, sino de quienes los plantaron en lugares inadecuados; recordemos que el árbol requiere de agua y se sirve de sus raíces para abastecerse, por lo que éstas crecerán y se dirigirán hacia las fuentes de agua siendo las más accesibles tuberías, cisternas y sistemas de alcantarillado, llegando a dañarlos.
No sé si el hecho de que Guadalajara haya sido la primer ciudad de América Latina adonde se empezaron a construir las grandes plazas comerciales sea un orgullo, lo que sí es verdad es que son una fuente de trabajo y movimiento comercial impresionante. El estar en la Gran Plaza comiendo en su tercer piso y viendo el extraordinario movimiento de gente a lo largo de todos los días de la semana no deja de ser algo que creo que en otras ciudades poco se ve. Por otro lado se ha llegado al extremo obsceno (apreciación mía) de tener una plaza que rebasa los niveles de cordura en cuanto a lujo, ostentación y quizá precios, nunca he comprado ahí, me refiero a la Plaza Andares, construida en un lugar donde hace años se pensó en construir un hospital de primer mundo, pero se decidieron por la opción meramente comercial.
El extraordinario y en cierta forma desordenado crecimiento de Guadalajara y su Zona Metropolitana, ha hecho que ahora sea una ciudad más complicada en cuanto al tránsito vehicular, pues eso ha sido de siempre, ya que a los automovilistas no se les quita lo atrabancados para manejar, haciendo esta ciudad, otra vez en mi opinión, una de las más peligrosas para manejar para quienes no están acostumbrados a sus “reglas” de manejo. Claro que no toda la gente es atrabancada, todavía se ven destellos de cordura al ceder el paso y otras reglas de decencia de quienes manejan un automóvil. Lo que es de sorprender es el que tengan un sistema de semáforos sincronizado, por lo menos es de sorprender a los que vamos de Cajeme, pues aquí el concepto de sincronización de semáforos es inexistente y así ha sido desde toda la historia municipal, con excepción de la Avenida Miguel Alemán.
Otro aspecto que es de llamar la atención es el de que a pesar de que cambiaron de Partido Político en cuanto a su administración municipal, se hayan mantenido los programas que las administraciones anteriores iniciaron, quizá con algunos cambios, pero ahí la llevan (esto de acuerdo con el taxista que platiqué, los taxistas son unos excelentes analistas de las administraciones municipales). Un programa que se ha mantenido desde hace varios años, aunque no ha logrado “prender” bien es el de separación de la basura en los hogares. La gente en sí hace la separación, me consta pues todos mis amigos que viven allá lo hacen; sin embargo se quejan de que las empresas concesionarias del manejo de la basura aparentemente no respetan dicha separación. Cuando fungí (no fingí) como Director de Manejo de Residuos Sólidos se tenía una Planta Separadora funcionando de manera eficiente, en esta ocasión no pude ir a visitarla, pero supongo que debe estar operando mejor.
Es obligado mencionar los platillos jaliscienses con su gran variedad de presentaciones y sabores; además, en Guadalajara se puede comer prácticamente cualquier comida del mundo, a mí se me hicieron un poco altos los precios, pero la calidad es innegable. Claro que lo mejor es visitar alguna cenaduría para degustar lo clásico jalisciense como son las enchiladas, sopes, flautas, tacos dorados, etc. Si se hace en compañía de amigos, como lo hicimos con nuestros amigos “exiliados de Cajeme”, el placer es doble. La visita a Santa Tere es obligada el domingo para ir al tianguis, o cualquier otro día de la semana para desayunar en el mercado.
Una ciudad como Guadalajara, por su antigüedad y complicaciones inherentes presenta algunos problemas en cuanto a su funcionamiento, como son las fallas en la electricidad (en la colonia adonde vive mi hija y le caímos de invasores, llevan cerca de dos semanas con fallas de este tipo), la poca presión del agua también es evidente.
En fin, aun con sus problemas de gran Ciudad, Guadalajara sigue siendo hermosa como dice la canción ícono de la música mexicana; muchos habitantes de Cajeme tenemos nexos con gente de Guadalajara, les invito a que cada vez que vayan para allá, observen los aspectos que les podríamos copiar y los que deberíamos de evitar para mejorar la calidad de vida en Ciudad Obregón.
Todas las comparaciones son odiosas, pero creo que es bueno hacerlas si queremos mejorar. Me permitiré hacer algunas con la intención de que aprendamos de ellas para bien del funcionamiento de nuestra Ciudad Obregón.
La primera que se me viene en mente, y esto es por mi formación profesional, es la del manejo de la basura: allá el sistema de recolección lo hacen empresas concesionadas y lo hacen de una manera eficiente a pesar de lo complejo del trazo de la ciudad, lo angosto de sus calles y su extensión, acá se les hace “bolas el engrudo” cuando tratan de modificar el sistema de recolección el cual debería ser relativamente sencillo al tener calles amplias, rectas y bien trazadas, desde 1984 con base en un estudio que hicimos desde el ITSON, hemos estado insistiendo en realizar la recolección de manera sistemática y bien planeada, pero aparentemente algunos intereses no lo han permitido.
El tránsito vehicular de acá, a pesar de las características ya descritas de la ciudad, es innecesariamente complicado, la falta de sincronización de los semáforos provoca retrasos a los automovilistas, los que luego tratan de compensar manejando a velocidad excesiva. Es necesario rediseñar el sistema vial de Ciudad Obregón, no solamente con campañas de educación vial, las cuales son indispensables, sino también con una capacitación más profesional para los encargados de aplicar las reglas de tránsito, una verdadera sincronización de los semáforos (no es tan difícil me han comentado expertos en el tema) y una revisión a fondo de las vialidades con preferencia para adecuarlas a las características actuales de nuestra ciudad. Las reglas son prácticamente las mismas desde por lo menos 1982, año en que llegué a esta bendita Ciudad, y es obvio que la cantidad de automóviles y comportamiento de los conductores han cambiado.
En fin, después de visitar dos hermosas ciudades, Chihuahua y Guadalajara, con características muy diferentes una de la otra y de ambas con Ciudad Obregón, reafirmo que deberíamos adoptar las cosas buenas que suceden en ellas y evitar las que deterioran la calidad de vida, para que nuestra Ciudad sea la mejor del país. ¡Sí se puede!
Jorge Agustín Lizárraga Rocha