Al Bat: Extraño juego sin hit
Jesús Alberto Rubio / beisrubio@gmail.com
Viernes 02 de Julio de 2010

Ocurrió el viernes 25 de junio cuando la victoria 999 de los Diamonbacks:

Luna llena. Tampa Bay –que no tiene estadio propio–, jugando en un estadio lejos de su ciudad, en St. Petersburg, a 30 kilómetros de Tampa.
 
Fue un esfuerzo extraordinario de Edwin Jackson, con 149 lanzamientos y ocho bases por bolas; siete en las primeras tres entradas. En la misma tercera entrada, regaló tres bases por bolas consecutivas.
 
Las cámaras se enfocaron en cuatro ocasiones, en las veces que el manager de Arizona mandaba "calentar" en el bullpen. Las cuatro veces volvieron a sus sillas.

Y aún con el desequilibrio del juego y la forma descontrolada de lanzar de Jackson, fue hasta la sexta que Hinch acudió a la loma a hablar con él solo para escucharle decir tres veces, "no quiero salir.....no quiero salir....no quiero salir".

Hinch le entendió. Y permitió a la señora historia, llegar, saludarle y abrazarle.

Es el segundo juego sin hit para los Diamondbacks. El otro, el perfecto lanzado por Randy Johnson, contra Atlanta el 18 de mayo del 2004.

Jackson entra a otro grupo en la historia del béisbol: Es el cuarto lanzador logrando un sin hit, pero regalando 8 o más bases por bola y además, golpeando a un contrario.

En televisión, desde el principio, sentí "raro" este juego memorable.

La producción televisiva, inteligentemente, mandó en un par de ocasiones, enfocar la cámara en la bellísima luna llena, dando un toque místico al ambiente, y me recordó que aún los psicólógos no se ponen de acuerdo para determinar la relación de estadísticas con lo previo de un juego, para determinar lo que sigue.

Así como han fallado en explicar, cómo un niño camina por en medio de un charco con agua, en vez de darle la vuelta. El béisbol no permite intrusos. Sólo los que están en el campo de juego.

Y después del enfoque  de la cámara en la luna llena, otra se enfoca en una espalda con el número 7, el del manager Hinch, caminando a la loma.

Después del tercero, "lo raro" se convirtió en "maravilla". Única, singular.

 Y después de 2 horas y 45 minutos de un juego grandioso, una vez más quedó demostrada la importancia de "darle" la oportunidad de dejar que saque la casta un jugador o un trabajador, cuando la pide y se entrega con pasión para lograrlo: Diamondbacks 1, Tampa Bay, 0. Un juego para la historia.

Y al mirarlo por televisión, desde la misma tercera entrada me figuré escuchar el eco grandioso de solidaridad y apoyo, de nuestro gran Ronnie Camacho gritando desde el dogout: "¡Anda !, ¡Anda !, ¡ Anda ! ¡Anda!......
 .....Y Jackson, lo logró.....

 
 

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