La Juana de Arco Sonorense
Jesús Noriega
Lunes 12 de Julio de 2010

Escribir de México a finales de 1913 era moda en el mundo. En todas partes se narraban pasajes del movimiento revolucionario que sacudía a los mexicanos y, la prensa internacional, señaladamente la norteamericana, tejía crónicas profundas o daba cuenta de reportajes impensables.

Sobre el tema, entre los incontables recursos de la Librería del Congreso de los Estados Unidos, de cuando en cuando, es posible tropezarse con versiones originales de hechos portentosos, que por su rareza o singularidad conmueven al más escéptico.

Por ejemplo, impresiona el testimonio hemerográfico que refiere la heroicidad de la mujer mexicana en medio de la lucha revolucionaria, más aún porque la marcó la presencia masculina casi exclusiva, y principalmente, porque los observadores la contaron con acentos machistas o desde visiones androcentristas.

Formando parte de esos archivos notables, ante los ojos del lector interesado brincan los relatos sobre la gesta revolucionaria mexicana. Así entonces, por la edición del Hawaiian Gazette del viernes 17 de octubre de 1913, las personas de otras regiones del mundo conocieron los actos heroicos atribuidos a la sonorense Dolores Mendoza en la Toma de Guaymas, luchando del lado de tropas constitucionalistas.

En el semanario, al centro de la portada, destacando entre otras notas que lo mismo mentaban sentimientos antigringos de los mexicanos, la tristeza del Vicepresidente Marshall y esposa por el caso de un “bebé prestado”, o la congoja del “barón de la carne” a causa de la caída del precio del carnero aquel otoño, aparecía la foto de Dolores Mendoza empuñando un fusil y mirando con ojos retadores al fotógrafo.

El artilugio digitalizado conserva intactos los contenidos del documento original del Hawaiian Gazette. A la luz de la mirada modernista conmueve el alarde tecnológico del editor de entonces, quien entre paréntesis y al principio de las notas, presumía la variante tecnológica usada en la transmisión de las noticias llegadas de las tierras mexicanas en conflicto, resaltaba: vía telégrafo “sin hilos” (By Federal Wireless Telegraph.).

La nota es impresionante: “Fuerzas rebeldes del estado de Sonora, dirigidas por la señorita Dolores Mendoza, la Juana de Arco Mexicana, capturaron Guaymas ayer por la noche”. Abunda además el rol estelar de Dolores Mendoza: “Ella dirigió el ataque en el frente del cuartel, mientras que el General Carranza hacía un ataque en la parte trasera”.

En otra parte dice: “El puerto de Guaymas ha estado sitiado durante cuatro meses. Muertos de hambre y con las fuerzas agotadas por las batallas y la peste, los federales enfrentaron a los atacantes en dura lucha que duró horas”. Para no dejar dudas asienta: “Finalmente las tropas federales fueron obligadas a retirarse al cuartel que se ubica en el corazón de la ciudad, mismo que fue capturado poco antes de medianoche por las tropas al mando del Gen. Carranza”.

En concreto, el Hawaiian Gazette refiriéndose a Dolores Mendoza, pone títulos en tipografía grande, sobresalen al lado de la foto, y dicen: “La Juana de Arco Mexicana condujo tropas rebeldes a la captura Guaymas, donde estaban atrincheradas las fuerzas fieles a Huerta.”

Para no dejar dudas de la pista geográfica, en recuadro inferior y acoplado a la imagen de la heroína, la edición digitalizada del Hawaiian Gazette muestra la foto panorámica del Puerto de Guaymas, en cuyo pie le concede tratamiento de “ciudad más grande de Sonora”, y repite el dato de la rendición de las tropas federales ante el embate del Gen. Carranza…

Con la intención de darle contexto a la hazaña de Dolores, recordemos que en el diario de guerra del Gen. Álvaro Obregón se lee que la movilización de tropas sobre Guaymas fue ordenada el 27 de junio de 1913, de manera que el sitio (sitio parcial, pues las fuerzas huertistas siempre tuvieron salida al mar) y la ocupación se extendieron hasta mucho más allá que la fecha en la que el periódico americano fija la toma de Guaymas donde brilló Dolores Mendoza.

Se sabe que fue hasta el 17 de julio de 1914, cuando incapaces de resistir el asedio de las fuerzas constitucionalistas, los soldados de la División Yaqui al mando del Gen. Joaquín Téllez, desalojaron Guaymas, a la que el militar llegó investido por Victoriano Huerta como Gobernador y Comandante Militar del Estado de Sonora, cargos que nunca ejerció fuera del puerto asediado.

Aunque la nota del Hawaiian Gazette contiene esta aparente imprecisión, no debe descartarse a priori el acontecimiento atribuido a Dolores Mendoza, puesto que la incursión en la prensa extranjera, bien pudo acontecer en alguna de las numerosas escaramuzas que vivió el puerto de Guaymas durante el sitio.

Hay otros silencios: Dolores Mendoza no aparece en la revisión nominal Las mujeres en la Revolución Mexicana, 1884-1920; tampoco está su nombre en Los protagonistas, libro conmemorativo publicado en 1985 por la Comisión Nacional para las Celebraciones del 175 Aniversario de la Independencia Nacional y 75 Aniversario de la Revolución Mexicana.

El suyo no figura entre los dos mil nombres de mujeres que citan las páginas del Diccionario Histórico y Biográfico de la Revolución Mexicana, ni se le encuentra en el texto Así fue la Revolución Mexicana. Hay una mínima referencia del nombre “María Dolores Mendoza” en la obra La Mujer en La Revolución de Ángeles Mendieta Alatorre, pero por desgracia no puede confirmarse que corresponda a la heroína sonorense.

La verosimilitud del dato no es tarea fácil. No obstante la mención periodística del acto heroico de Dolores Mendoza, resuenan inmersos en la precisión del dato histórico la alusión mítica, el toque romántico y hasta cierto punto el realce temerario, los clásicos ribetes peliculescos, a los que son tan dados los gringos.

Eso no significa para nada que se descarte el hecho histórico, sino todo lo contrario, porque encontrado este indicio en la hemeroteca digital de la Librería del Congreso de los Estados Unidos, toca ahora a los especialistas e investigadores serios, escarbar las evidencias documentales que permitan situar con rigor metodológico a la protagonista y al acontecimiento histórico en el contexto.

Ante esta evidencia documental no es creíble que Dolores Mendoza sea anécdota desbalagada, propia del terreno de las piezas insólitas de nuestra historia nacional, sin valor o interés para construir el contexto del México revolucionario. Más bien podría tratarse de una terrible e imperdonable omisión de la historia regional.

En tiempos de celebración del Centenario de la Revolución Mexicana y de queja social por el desbalance en reconocimiento del género femenino, el rescate de personajes de la talla histórica de la Juana de Arco Sonorense obliga a todos. Ante todo, porque casos como éste no son cuestión de reivindicación, sino de cumplimiento de elemental justicia.

Por otro lado, estas crónicas de minuciosidades, peregrinos ejercicios de rescate de pasajes de vida de aquellas personalidades que con sus acciones y emprendimientos hicieron la historia de México y nos dieron Patria, le vienen bien a un país tan desganado y tan carente de ídolos.

 
 

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