En una de esas meditadas fabulosas, y que se las recomiendo de todo corazón, a un lado de mi amigo el Guamúchil, pensé en cómo sería mi vida si pudiera cambiar algunos aspectos de ella ocurridos a lo largo de mis 62 años de andar deambulando por esta tercera roca de nuestro sistema solar. Llegué a la conclusión de que, y apúntenla porque puede ser una frase celebre dentro de algunas décadas: “Las cosas solamente pueden ocurrir de una manera, y esa manera es la mejor”. Claro que desde varios puntos de vista, esto es refutable; sin embargo, para mí se ha convertido en una verdad que no quiero ni pienso cambiar. Así que acepté que mi vida es la mejor que he podido vivir, y seguirá siendo la mejor hasta que termine mi camino por este valle de lágrimas (y de felicidad).
Por otro lado, hace alrededor de una semana apareció un libro en la puerta de la casa, con una carta de un empleado de todos nosotros, el Sr. Felipe Calderón Hinojosa, en la que nos hace partícipes de una publicación que hizo el Gobierno Federal con dinero de todos nosotros, así que nos están regresando algo de lo que nosotros hemos aportado. Dicha revista se llama “Viaje por la Historia de México”.
El autor de dicho libro es el Sr. Luis González y González, reconocido historiador michoacano, y quien acuñó la frase: “es la historia que nos cuenta el pasado de nuestra propia existencia, nuestra familia, nuestro terruño, de la pequeña comunidad”.
Les recomiendo la lectura de este libro, que además ya muchos de ustedes lo tienen en su poder, pero no está fácil de leer, por dos razones, la primera porque su impresión de letras blancas en fondo de color oscuro en varias tonalidades es difícil de enfocar, sobre todo para quienes usamos lentes bifocales (o por lo menos a mí se me dificultó); la segunda razón es que está medio árido su contenido, el cual consiste en muchísimas minibiografías de personajes ilustres que han merecido ser considerados como forjadores de la historia de México.
Sin embargo a través de su lectura nos podemos ilustrar de por qué algunas cosas están como están, y si tenemos un poco de imaginación las podemos revivir y quizás hasta re-diseñar cómo nos hubiera gustado que pasaran para que sus resultados fueran mejores.
Pensé en transcribir algunos de los capítulos o secciones de libro (30 en total), pero encontré en la contraportada una leyenda que dice: “Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito de los Editores, en términos de la Ley Federal del Derecho de Autor, y en su caso de los Tratados Internacionales aplicables. La persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones legales correspondientes……”
Como no cuento con la autorización requerida, me limitaré a comentar algunas conclusiones a las que llegué después de la lectura de este libro, espero no violar ninguna ley al hacerlo.
En todas las épocas que se describen en el libro se detectan “errores” que cometieron los actores del momento, por ejemplo y de todos es sabido que para que se pudiera consumar la conquista, algunas comunidades indígenas se aliaron con los españoles, los cuales eran unos cuantos en comparación con el poderío mexica de aquél entonces; sin embargo, unos cuantos pudieron dominar a varios millones por medio de la conjura y fomentar una división evidente entre los locales.
Al mismo tiempo, el conquistador tenía como razón principal la difusión y establecimiento de la fe cristiana entre los indígenas, cambiando sus costumbres y prácticas religiosas; este aspecto también fue fundamental para que la conquista fuera más efectiva. Esto yo no lo considero un error sino más bien un acierto, pues de no haber sido por los evangelizadores, la aniquilación de la parte indígena de nuestra cultura hubiera sido total.
Durante la Guerra de Independencia, su Consumación, las intervenciones militares norteamericana y francesa, la Reforma, la restauración de la República, el Porfiriato, la Revolución de 1910, el Caudillismo, la institucionalización de la Revolución y lo que sucedió después a lo largo del Siglo XX, muchos de los personajes relevantes en los sucesos cometieron errores y aciertos, que a lo largo de nuestros estudios de historia nos convencieron de que los héroes solamente tuvieron aciertos y los villanos solamente cometieron errores, cosa imposible de ocurrir.
Les invito lectores a que lean este libro y muchos más sobre Historia de México y nos empapemos de nuestro sabor mexicano, que se ha venido cocinando desde hace varios milenios, aunque solamente tenemos vestigios desde alrededor del 1200 a.C. a la actualidad, con algunas y diferentes versiones, escritas por los vencedores de cada época.
A mí en lo personal la lectura de este libro me transportó a la época en que estudié la primaria, secundaria y preparatoria (1954 a 1964) cuando se nos daban clases de Historia de México y la mal llamada Historia Universal (pues nunca estudiamos historia de otros cuerpos celestes del Universo) y me hacían soñar despierto con paisajes, sucesos y personajes a los que me hubiera gustado conocer; no sé con qué profundidad se esté enseñando historia actualmente, pero hay muchas fuentes de información que vale la pena consultar para re-valorar nuestras raíces y nuestro presente, y así poder esbozar algo del futuro al que podemos aspirar.
Ya para terminar con este escrito, solamente me queda decir que gracias a Dios por todos los aciertos y errores que cometieron los forjadores de nuestro País, pues nadie puede saber en qué condiciones nos encontraríamos actualmente si no los hubieran cometido. No existe la Historia Alternativa, pues “Las cosas solamente pueden ocurrir de una manera, y esa manera es la mejor”.