El hijo menor de Nelly Moraga, trabajadora del IMSS en Ciudad Obregón, se asustó cuando vio que su mamá bajó 10 kilos de peso entre noviembre y diciembre del año pasado.
Él pensó que estaba enferma, pero la realidad era ella que se había convencido de terminar con la obesidad que padecía desde niña.
Nelly trabaja en la Unidad de Medicina Familiar Número 1 (UMF1) desde hace seis años y desde hace 10 en el Instituto Mexicano del Seguro Social, donde encontró lo suficiente para convencerse que su salud era muy importante para ella y su familia.
Desde que inició su dieta hace ocho meses, pasó de los 105 a los 72 kilogramos de peso.
En octubre de 2009, enfermeras, médicos y nutriólogos de la UMF1 se capacitaron para iniciar con un nuevo modelo de salud en la clínica, denominado DiabetIMSS.
Ese programa ahora integra a personas con diabetes para darles seguimiento total durante un año.
Si se puede
Nelly estuvo en ese curso y aunque no sufre de diabetes, se dio cuenta que podía bajar de peso.
“Yo decía que no, que nunca iba a dejar de ser así, que gordita nací y que así me iba a morir. Hacía miles de dietas, subía y bajaba, cuando bajaba cinco o seis kilos, luego rebotaba”, recordó la enfermera.
Durante el curso, Nelly conoció “el plato del buen comer”, que separa los alimentos en tres grupos principales: carnes, cereales y frutas y verduras.
Cada uno de estos nutrientes debe consumirse de forma combinada, con porciones correctas, que disminuyen el riesgo de obesidad.
“La atención de la enfermera es guiar a los pacientes diabéticos para que no tengan complicaciones y logren una mejor calidad de vida, la enfermera los va a llevar de la mano, les va a enseñar que cambie sus hábitos, entonces con qué cara le iba yo a decir a los pacientes, baja de peso, no comas eso”.
Los hábitos
Nelly dejó casi de golpe su dieta habitual, que consistía en sodas, papitas, galletas, mucha carne asada y alimentos semipreparados.
Lo primero que decidió abandonar fue el refresco de cola porque “desayunaba, comía y cenaba con soda”, consumiendo alrededor de dos litros diarios.
“Luego de la soda fue dejar el vicio del pan, de las galletas, las papitas. No comía fruta ni verdura, muy a la larga, y ahora yo creo que el 60, 70% de mi comida es la fruta y la verdura y mucha agua, además de una rutina de ejercicio, porque esa es la clave.
“Lo peor para la salud son los malos hábitos alimenticios y la vida sedentaria”, explicó la enfermera después de su horario de trabajo vespertino en el área de Odontología, ubicada en el tercer piso de la UMF1.
Contagioso
En ese tercer piso de la clínica donde precisamente se encuentra también el área de DiabetIMSS, Josefina, Mary y Myrna, compañeras de Nelly, se han contagiado por los resultados obtenidos y al concluir la jornada laboral, después de las 7:30 de la tarde, caminan en ese lugar durante alrededor de 30 minutos.
Pero en su casa, Nelly también ha modificado todo y hasta ha logrado que su hijo, de 22 años, el que pensó que ella estaba enferma, baje algunos kilos, no porque él mismo se lo haya propuesto, sino porque ahora tiene el ejemplo de su mamá.
“Primero cambié los hábitos alimenticios míos, después los de mi familia, porque dices tú cómo voy a comer sano y voy a darle a mis hijos lo que sabía que me estaba haciendo daño.
“Tú quieres para tu familia lo mejor, y son culturas que se van adquiriendo, así te enseñaron a comer tus abuelos, tus papás, y te lo enseñan a ti y tú le enseñas a tus hijos, son malos hábitos que se van pasando”.
Antecedentes
Nelly, quien tiene antecedentes familiares de diabetes e hipertensión, aprendió ese buen ejemplo durante una semana en el curso de DiabetIMSS, en el cual le explicaron que el objetivo es enseñar a los pacientes a vivir más años y logre una mayor calidad de vida, ya que quien sufre diabetes, puede vivir, en promedio, 10 años menos que quien no padece esta enfermedad.
“Lo bueno de cambiar de hábitos alimenticios es que ahí no hay rebote, porque ya se acostumbró tu estómago a esa alimentación, a ese hábito y ese es también objetivo del DiabetIMSS, crearle hábitos a la gente, no que duren sólo dos o tres semanas con la dieta”.
Explicó que quienes estén interesados en tener una alimentación más balanceada, basada en “el plato del buen comer”, deben acercarse con su médico familiar para que pueda referirlo al área de nutrición, o bien, integrarse al programa Vamos por más Kilos.
“Dice mi médico familiar que si sigo con esa alimentación, cuando menos piense, yo voy a llegar mi peso normal, que son 60 kilos. Traía 45 kilos de sobrepeso y me veía bien doña. Tengo 44 años... pero ahora me siento como de 15, con mucha energía para seguir trabajando”, sostuvo.