A las ocho de la mañana ya había largas filas de niños y adultos en el CUM, todos en espera del turno para recoger los uniformes escolares que, por primera vez en la historia, entregó el Gobierno de Sonora de manera gratuita a los alumnos de educacion básica.
Aunque todo fue planeado para que no hubiera ningún contratiempo, a la hora de iniciar el proceso aparecieron los detalles que nunca faltan para impedir el flujo normal de entrega y recepción de los uniformes.
Las computadoras donde estaba almacenada la información del proceso no funcionaron durante un buen rato debido a fallas en el sistema.
Aunado a eso, un gran número de personas no quiso esperarse al día en que les tocaba y acudieron al CUM a buscar los uniformes, creando un cuello de botella que los promotores y promotoras fueron desahogando a base de mucho esfuerzo y sin descanso durante todo la jornada.
Pero mientras el personal contratado sudaba la gota gorda y en ocasiones era presa de la ansiedad por las presiones de tanta gente, en cambio los niños, las niñas, padres y madres, no ocultaban la alegría de tener uniformes nuevos y gratis.
Por supuesto que los más felices eran los pequeños. La sonrisa a flor de piel, andaban lurios. Se metían a los probadores como desesperados y con el uniforme puesto veían a sus mayores como pidiendo un comentario de elogio.
Las madres con el nerviosismo acostumbrado cuando adquieren ropa para sus hijos.
Fue un domingo de compras... sin pagar.