Las 749 hectáreas de soya sembradas después de 15 años de haber desaparecido el cultivo por la voraz plaga de la mosquita blanca, son celosamente vigiladas para que el regreso histórico sea sólido.
Rogelio Méndez Ibarra, jefe del Distrito de Desarrollo Rural (DDR) 148 Cajeme, explicó que hubo una solicitud de 800 hectáreas, de un tope de 3 mil hectáreas.
“Sólo quedaron 749 hectáreas porque algunas nacieron ralas, desuniformes y se rastrearon; se les está dando un seguimiento muy puntual por el riesgo que representan con la mosquita blanca si las cosas no salen bien”, expuso.
El funcionario consideró que sí se ha cumplido con los lineamientos fitosanitarios para evitar problemas con la mosquita blanca, a tal grado que el desarrollo del cultivo va bien.
“Del total de la superficie establecida, de acuerdo al avance fenológico del cultivo, 392 están en desarrollo vegetativo y 357 en etapa de floración”, apuntó.
Hasta el momento presenta buen aspecto agronómico, dijo, pero los productores deben evitar aplicar agroquímicos o insecticidas para controlar adultos e inmaduros del insecto hasta antes del cierre del cultivo para proteger la fauna insectil benéfica.
“Con soluciones jabonosas, productos orgánicos repelentes y productos reguladores del crecimiento de la plaga se deben de controlar las poblaciones presentes de mosquita blanca “, refirió.
Méndez Ibarra recomendó que las aplicaciones de agroquímicos deben darse en forma terrestre y con equipos que cuenten con boquillas aspersoras acondicionadas para el cubrimiento total del cultivo.
Consideró importante mantener controladas las poblaciones de mosquita blanca los primeros 70 días, porque después el cultivo deja de ser atractivo para la plaga y de acuerdo a los productores que han seguido las recomendaciones; se logra un 90% de efectividad.
“Si se suma el esfuerzo por los productores de soya, es factible volver a pensar en su siembra como una alternativa para el ciclo primavera-verano y evitar heredar poblaciones altas de mosquita blanca a los cultivos hospedantes que se establecerán posteriormente, como en las hortalizas”, destacó.
Estadísticamente el cultivo de soya escribió su historia en el Valle del Yaqui de 1959 a 1995, hasta la aparición de la mosquita blanca, como voraz plaga en 1994 y para el siguiente ciclo las más de 100 mil hectáreas que anteriormente se sembraban se redujeron a 16 mil para posteriormente desaparecer como alternativa.
La soya representó para la región la época más reciente de fortaleza económica, su desaparición debilitó a la zona a practicar un cultivo al año, pues ni el maíz de verano u otras opciones lograron áreas tan grandes.
En este ciclo el proceso de investigación para mejorar las semillas y hacerlas resistentes a la mosquita blanca se mantienen vigentes con alrededor de 7 variedades.