Malu, una buena madre
Jorge Lizárraga
Sábado 31 de Julio de 2010

Jorge A. Lizárraga Rocha

Ya tenía tiempo que no la veía, pues siempre anda sola y escondiéndose de la gente y de los perros de la granja, pues uno de ellos, el Lobo, la trata muy mal.

Quién sabe cómo le hace, bueno si lo sé pero nunca la he visto, pero con frecuencia de acuerdo con su calendario biológico resulta preñada por alguno de esos gatos de campo que parece que no tienen otra cosa qué hacer más que buscar gatas y seguir con la preservación de la especie. Gatos holgazanes que una vez satisfechos sus instintos se olvidan de la gata y sus críos y se van a “seguir viviendo su vida”.

Manuel y yo ya le perdimos la cuenta de cuántas camadas ha tenido, pero aunque ya es mayorcita los cuida con todo el cariño que una madre puede darle a sus hijos.

Hace unas semanas uno de sus hijos se me atravesó en el camino, sacándome un buen susto, un gato negro, fuerte y sano como son la mayoría de los animales del campo que no conocen el contacto con el ser humano, la Malu como que lo llamó y se fueron los dos a la bodega, ahí fue cuando me di cuenta que ese era su nuevo hogar. Eso también explicó el porqué desde hace tiempo no hay ratones en la residencia norte, aledaña a la bodega; la Malu y sus hijos se encargan de ellos.

Recuerdo que la conocí cuando vivía en la residencia sur, lugar de trabajo de Manuel, la Malu acababa de tener tres gatitos y se encargaba de cuidarlos y alimentarlos. Me sorprendió su destreza para cazar topos para llevárselos a sus hijos que los devoraban al instante. Lo malo es que en muchas ocasiones cuando llegaba con su trofeo de caza, los perros abusones se los quitaban, siempre ha habido gandallas que quieren vivir a expensas de los demás; pero ella con paciencia iba a cazar algún otro animal para alimentar a sus crías.

Como les decía, un día se cansó de seguir alimentando holgazanes y recibiendo su mal trato y se fue a refugiar a otro lado. Sin embargo de vez en cuando iba a visitar su antiguo hogar y a dejarse chipilear por Manuel y por mí cuando yo tenía la suerte de toparme con ella.

Hace unos días, mientras Manuel y yo estábamos comiendo se nos acercó la Malu para saludar, aunque creo que más bien para ver si le dábamos algo de comer, cosa que hicimos con gusto, tanto saludarla como compartir con ella algo de la comida de nosotros.

Después de comer y agradecernos ronroneando y sobando su cuerpo con nuestras piernas, se echó a descansar. Manuel le notó que la panza se le movía y me dijo que ya estaba cargada otra vez, yo había pensado que se le movía por un hipo después de la comilona que se puso, porque no siempre tiene la oportunidad de alimentarse bien. En efecto eran sus hijos que ya se están preparando para salir a este mundo.

Comentamos de lo difícil que va a ser para los críos sobrevivir en un medio agreste como es el campo, y que esperamos que no tengan la misma suerte que los hijos de la Lili (una de las perras de la residencia sur) que cuando tuvo a su primera camada, en la noche una Corúa (víbora ratonera) se comió a todos ellos. Por ser primeriza la perra no tuvo el cuidado requerido para sus cachorros, pero desde entonces se ha dedicado a cazar víboras y ya lleva varias; su instinto materno ya la preparó para ser más cuidadosa la siguiente ocasión.

Ayer la Malu se volvió a aparecer cuando estábamos comiendo y curiosos vimos si ya había tenido a sus hijos, pero no, todavía no; si los hubiera tenido no nos iría a visitar, estaría alimentándolos y cuidándolos. Casi nunca se deja tocar por nosotros, pero ayer se puso a mi lado y como que me invitó a tocarle la panza, lo hice y pude sentir el bulto que forman sus hijos y el movimiento que tienen desde hace tiempo. Me maravillé de la sensación de poder tocar una vida que ya existe en el seno materno, pero que todavía no vemos y por tanto muchos todavía no consideran que ya es vida; Manuel también lo hizo y noté su emoción.

Ya de regreso hacia la ciudad y en la soledad de la troca, me puse a pensar en lo maravilloso que es el que los seres vivos podamos engendrar nueva vida, y el respeto que se merecen las hembras al concebir una vida, tenerla dentro de su seno durante un tiempo largo y después traerlos a este bello mundo en el que nos tocó vivir.

Se siente la ilusión que cualquier hembra tiene de poder generar una nueva vida. No me explico cómo hay quienes se oponen a ello, arguyendo razones meramente materialistas, olvidándose de que la vida es mucho más que lo material. Estoy de acuerdo que la situación actual es muy difícil para todos, y parece que será peor para quienes todavía no están con nosotros, pero eso no nos da el derecho de evitar que lleguen a este mundo y se formen, batallen y triunfen en su vida.

Estoy consciente de que hay muchas Corúas que se los pueden comer, muchos Lobos que les robarán el alimento y otras situaciones a las que se habrán de enfrentar; sin embargo también tendrán muchas oportunidades de disfrutar la vida que Dios está dispuesto a darles y que quienes así lo decidan y luchen por ello tendrán éxito en todos los aspectos.

También estoy seguro que la Lili volverá a tener más hijos y será más cuidadosa con ellos, y que la Malu tendrá a sus hijos y les enseñará a sobrevivir y triunfar en sus gatunas metas.

Ojalá y los seres humanos, autonombrados los más importantes de la creación, aprendamos más de los animales silvestres, base de nuestro sustento y que juegan un papel preponderante en el mantenimiento de la vida en nuestro planeta.

 

 
 

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