AKRON, Ohio.- La estrella de Tiger Woods parece declinar.
No son sólo los escándalos de su vida privada, las acusaciones de infidelidad y sus relaciones con prostitutas, el affaire que le costó varios millones de dólares por retiro de patrocinadores.
Lo peor para él es la baja de rendimiento que ha demostrado en los últimos torneos, y sobre todo en el más reciente donde quedó muy por debajo de los líderes.
Cometió algo imperdonable: Se mostró como un golfista común y corriente.
¿Estará el Tigre diciendo adiós a su época de gloria y grandes premios?
Aplausos caritativos
Como siempre lo ha hecho a menudo los domingos en el torneo Bridgestone Invitational, Woods saludó a la galería con su gorro al llegar al hoyo 18.
Lo diferente fue que esta vez no había un trofeo esperándole. Woods recibió lo que se puede describir como una ovación caritativa.
El número uno del golf mundial lucía abatido, y con razón.
"Un 18 sobre par no tiene nada de divertido", dijo Woods. "No le encuentro nada de divertido".
Woods falló otro putt para birdie, con lo que su anotación para la última vuelta fue un 77. Ello le dio a Woods la anotación más alta para un recorrido de 72 golpes, un 298, en cualquiera de los torneos de la PGA que ha disputado, incluso lo que les tocó como aficionado. Fue la primera vez que firmó anotaciones sobre el par en todas las cuatro rondas de un torneo desde el Campeonato de la PGA de 2003 en Oak Hill.
Se trata de algo insólito al considerar que el peor resultado de Woods en el campo de Firestone había un cuarto lugar en las 11 ediciones anteriores. Alguien que el año pasado hizo historia en el tour al ganar por séptima vez en el mismo campo.
Las estadísticas que se asocian con Woods siempre son de impacto, pero ahora más que nunca.
Su acumulado de 298 fue de 39 golpes por encima del récord que fijó hace 10 años en Firestone. Quedó compartiendo el puesto 78, el más alto de su carrera. Sólo Henrik Stenson (20 sobre par y sobre 300) evitó que Woods quedase en el último lugar.
No se esperaba que pudiese dominar como solía hacerlo después que en noviembre trascendiesen las revelaciones sobre sus escapadas con mujeres.
Pero tampoco se esperaba esto.
"No es el mismo Tiger al cual estábamos acostumbrados", dijo Anthony Kim, quien disputó su primer torneo en tres mes tras operarse un dedo pulgar y superó a Woods por dos golpes. "Sin duda ha pasado por muchas cosas y está lidiando con ello, que obviamente tienen más importancia que el golf. Creo que el golf es algo más fácil una vez que pones en orden tu vida personal. Y creo que eso va a pasar pronto".
¿Pero cuándo?
Ni el propio Woods lo sabe. Aún más difícil para él, y por extensión a la PGA, es que no sabe la cantidad de torneos que podrá disputar en lo que queda del año. A falta de dos torneos antes que arranque los playoffs de la Copa FedEx, Woods no tiene garantizado figurar entre los primeros 125 para participar en el primer certamen, The Barclays.
También sigue perdiendo terreno en la tabla por la clasificación a la Copa Ryder, y la interrogante ya no es si podrá ser parte del equipo de Estados Unidos como una selección del capitán. La interrogante es si el capitán Corey Pavin realmente debe convocarlo.
Ahora mismo Woods luce como un jugador cualquiera, con golpes de aficionado, golpes que hacen que uno se pregunte si debería estar en el tour.
Falta tiempo para la Copa Ryder, entre el 1 y 3 de octubre en Gales, pero le queda poco para levantar su nivel con miras al Campeonato de la PGA a partir del próximo jueves en el campo de Whistling Straits. Si repite lo de Firestone, no le alcanzará para jugar en el fin de semana.