Adolfo González Riande
1950
¿Y te acordarás mamá, de los dolores de parto en aquella madrugada del 22 de octubre, en el Sanatorio “Veracruz”, ahí cerquita de la Alameda, casi en la esquina de Alacio Pérez y la Díaz Mirón?
1955
Y de los días de desventura en aquella bodega de La Merced. Y te dio un vuelco el corazón cuando aquel tranvía pasó zumbando cerca de mis pies, en la esquina de Mosqueta y Soto, en el corazón de la Guerrero.
Y de los días de Chapultepec a las funciones de El Palacio Chino, Xochimilco, y de aquellos larguísimos viajes en tren a Veracruz con la Chuchi y los Pinillos.
1956
Y de los días de jubilo y alegría, en aquellos días de playa y sol, en esa foto de fotógrafo de cubeta, con todos tus hijos, menos La Chuchi.
1957
Y de tu ingreso al hospital, por sabrá Dios que males, y el sufrimiento de mis hermanas y mío propio. Recordarás que hasta ese inseparable perro lanudo,”el Chiquito”, según tú, murió de tristeza de no verte por algunos días.
1960
Y nos fuimos a Xalapa, en busca de mejores aires, y la Atenas veracruzana nos trató de maravilla, nos formo y nos hizo gente de bien, como tú querías. Xalapa fue testigo de nuestro desarrollo, terminada esa década, volvimos a Veracruz, pero ya sin tus hijas.
1961
Y nos fuimos a la playa una y mil veces, con todo y perrita,”La Coli”.Llegada la semana santa, como gitanos nos trepábamos al “20” del Martín, y nos íbamos a pasar maravillosos días a Chachalacas y a Antón Lizardo.
1962
Y me mandaste a Orizaba, al Instituto Regional Veracruzano, a formarme lejos de casa, pero a mis 12 años, debo decirlo sufrí lejos de casa, pero lo agradezco madre querida, la intención fue buena, no por nada era uno de los mejores colegios del estado de Veracruz. Pero debo recordar con cariño, los días de tus visitas, y las comidas al “Romanchù”.
1975
Y llegó el momento de cortar con el cordón umbilical, pese a tus súplicas justificadas de madre. Y se vino el tiempo de Tampico, y de volver al DF, y de nuevo al puerto de Veracruz, hasta que el cordón se estiró tanto... ¡que se reventó!
1976
Y se llegaron los días de las madres y de los cumpleaños, la distancia y el espaciamiento de no estar contigo, la geografía del puerto de Veracruz y el valle del Yaqui se fue haciendo distancia eterna.
2003
Y tuve la fortuna de volver una y otra vez a verte querida madre, a echarnos unos tequilas, sentarnos en Los Portales ahí donde tus nietos se echaron unas cervezas contigo y la Tía Emelia. A escuchar a los soneros en Mandinga .A recrearnos con un “lechero” en “La Parroquia”, ver pasar el tiempo con tus hijas, nietos y bisnietos.
Y celebramos tus 85 años, bailamos, cantamos y reímos. Disfrutaste a tus hermanas, ¡me presentaste a tus amigas del colegio!, y conviviste toda la tarde con tus amigas del “Club de los Corazones Solitarios”, si como los del mítico “Sargento Pimienta” beatleano. Y nos dimos tiempo para vaciar tus álbumes de fotografías, para entregarme recortes de periódicos, cartas viejas, fotos de tu abuelita, y mi escudo metálico del jardín de niño
2007
Y disfrutamos de las delicias del Fayo Uscanga en Mandinga, El Conchal, La Antigua, y otros esteros cercanos a Veracruz., siempre con las notas de los decimeros y con el fondo musical de “La Tienda”.
2008
Y soportaste la partida de la tía Gloria, tu corazón sufrió pero resistió la partida de la última de tus hermanas.
2010
Y se vino un tiempo frío sin antecedentes en el puerto, ¡6 grados bajo cero!, el año iniciaba gélido como premonitorio de tu partida no pudimos llevarte a Chachalacas en tu cumpleaños, pero quiso la suerte que en marzo se cumpliera esa fecha postergada, y poder celebrar tus 92 años, ahí cerca de ese mar donde tantas y tantas veces acampamos en la plataforma de un camión, donde pasamos largos días de esparcimiento.Mucho tiempo después este mismo sitio, te recibiría para festejar un cumpleaños más Con tus hijos, menos yo, pero con todos los que también te quieren.
2010
Y llegó el momento de pagar facturas a la vida. La llamada de Sonia aquel 9 de agosto, me decía que algo grave sucedía. Llegué a Veracruz para encontrarte en la cama de un hospital, para vivir momentos de angustia y dolor. Para platicar contigo toda la noche del jueves 12, para tratar de explicarte el por què estabas conectada a tantas sondas, una y mil veces me preguntabas si esos aparatos servirìan de algo para tu salud.
Y se llegó el momento de la despedida, mi regreso a Cd. Obregón., y la certeza de que jamás volvería a verte en vida.
A la distancia, madre querida, no me queda más que recordar todos los bellos momentos que pasé a tu lado. Sé bien que no habrá más viajes a la playa, ni nos sentaremos a ver tus novelas favoritas. No volveremos a sentarnos a "La Parroquia" a echarnos un "lechero" con tortas de elote. Ni volveremos a Mandinga a escuchar a los jaraneros y sus versitos pícaros que tanto te daban risa. Pero si sé madre querida, que en la medida en que te recuerde, sé muy bien ¡Qué no morirás del todo!
Pie de foto. En ocasión de los 85 años de Doña Josefina Riande, con sus hermanas Gloria y Emelia a los lados.