Agrede a cabezazos a patrulla
A Manuel Antonio F. (17) pudieron acusarlo de golpear con su cara el puño de los policías que lo detuvieron, pero no era necesario.
Él tuvo la osadía de golpear con su cabeza la patrulla donde lo subieron detenido.
Unos minutos antes andaba asomándose en domicilios y autos de la colonia Campanario, nomás para checar si los vecinos estaban bien, descansando en la playa.
Pero su preocupación fue malinterpretada por los representantes de la ley y lo aprehendieron.
Él se resistió a la detención. Los agentes ni siquiera metieron las manos, sólo lo exhortaron amablemente para que se subiera a la patrulla.
Y el muy malagradecido contestó golpeando la patrulla con su cabeza.
Al menos eso es lo que dijeron los agentes para explicar la herida de medio centímetro en la frente que presentó Miguel Antonio cuando fue llevado a los separos de Seguridad Pública.
Su perverso objetivo, por supuesto, era acusar a los gendarmes como responsables de esa herida.
¡Qué bonita familia!
Sergio Ariel Serna Cervantes (35) fue visitado en su casa de la colonia Miravalle por el papá y los dos hermanos de su pareja. Ellos son Ramiro Astorga, el suegro, y Fernando y Ramiro, los cuñados.
Seguramente el lector piensa que llegaron con una hielera, llena de cervezas y un kilito de camarón, sírvase cuñado, échese otra con nosotros, a qué cuñado tan simpático… ¡No! ¡Nada de eso!
Los visitantes llegaron con la mala intención de dañar al cuñado y lo lograron. Diéronle una tunda de golpes y puntapiés que dejáronlo en mal estado.
Herida contusa cortante en carril izquierdo de 1 cm., así como una herida cortante de 0.5 cm. en antebrazo izquierdo, escribió el médico mientras movía la cabeza y decía como Pompín Iglesias:
¡Qué bonita familia! ¡Qué bonita familia!
Amenazó a policías
Si no me sueltan los mato, advirtió Ernesto Ruiz Molina (22) a los policías que lo detuvieron por haber golpeado a su esposa Dulce Marisela y a su suegro Ildefonso López.
Los policías no hicieron caso de las amenazas de Ernesto y lo subieron a la patrulla, donde él siguió amenazándolos:
-Suéltenme,suéltenme y les doy dinero –insistió.
Pero como los policías son muy celosos de su deber no cayeron en la tentación, nunca jamás, y lo empujaron al fondo de la patrulla. Entonces el detenido soltó la última amenaza, la más fuerte:
-¡Suéltenme! ¡No saben con quién se meten, soy amigo de periodistas!...
Y hasta los vecinos se asustaron con tal amenaza.
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