Otra vez las noticias y comentarios tan negativos que se han estado dando alrededor de temas locales, nacionales e internacionales me bajaron la guardia y no me dieron ganas de escribir; claro que eso no es trascendente para nadie, pero siempre es conveniente tener una disculpa para cuando no hacemos las cosas que nos interesa hacer y buscamos echarle la culpa a otros.
Pensando en escribir algo positivo, lo cual la neta no fue fácil pues en algunos momentos pensé en escribir negativo, sumándome a la tendencia que últimamente ha regido, afortunadamente recordé a uno de los personajes, en mi opinión, más trascendentes en la historia de Cajeme lo que me hizo cambiar de idea y tratar un tema bueno.
Esta persona en una de las reuniones que cotidianamente tenía con la comunidad resumió en dos palabras la solución para todos nuestros problemas, esas palabras son: Seamos buenos.
Recuerdo que algunos de los que estaban a mi alrededor se rieron con una risita entre nerviosa y sarcástica, y hasta dijeron “como si fuera tan fácil” y otros les celebraron el comentario. Después de eso ya no recuerdo el desarrollo de la temática que se siguió tratando, mi cerebrito se quedó dándole vueltas a eso de Seamos buenos.
¿Deveras es tan difícil ser bueno? Yo creo que no, en realidad lo único que tenemos que hacer es actuar de la manera para la cual fuimos concebidos desde un principio, o ¿Acaso no es bueno un bebé recién nacido? (Felicidades Germán por tu nietecita), más bien es una bendición y todos decimos cuando vemos su carita y cuerpecito frágiles, se le nota la bondad en su rostro de angelito. Me pregunto si alguna vez quienes se comportan fuera de la bondad en cualquier aspecto, se ponen a pensar que fueron bebitos que trajeron felicidad y bondad a sus padres.
Los siguientes conceptos los emito como si fueran a ser leídos por todo el mundo, con esa soberbia de los que nos atrevemos a exponer nuestras ideas por escrito, aunque hay muchos que no se atreven a poner su nombre en sus escritos.
Considero que todos fuimos concebidos para amar la vida y disfrutarla de acuerdo con los preceptos de Dios. Si en algún momento nos alejamos de estos dos conceptos nos estaríamos haciendo un mal a nosotros mismos y quizás a los cercanos a nosotros. Yo considero que no fuimos traídos al mundo a sufrir y odiar, sino a que seamos buenos.
El ser bueno demostrando amor a la familia y sobre todo a la familia nuclear, padres, hermanos, abuelos, no es una opción, es algo que debemos de hacer por obligación pues ellos representan nuestra extensión terrena; nadie fue traído al mundo para vivir solo y sin familia, no importa cómo se hayan dado las cosas con el tiempo, seamos buenos con nosotros mismos amando a nuestra familia.
Quienes se dedican a mentir con tal de lograr sus objetivos, ya sea de llamar la atención de los demás o engañar para sacar ventaja de alguna situación o simplemente por envidia pues les molestan los triunfos de otros, no están siendo buenos; se están yendo del lado de la mezquindad y el daño a la larga se lo hacen ellos solos. Seamos buenos no mintiendo.
Si en un momento dado tienes la necesidad o la oportunidad de quedarte con algo que no te pertenece, no lo hagas, piénsalo mejor y verás que si ese algo, lo que sea, lo dejas en donde está o se lo regresas a su legítimo dueño la satisfacción será mayor que si te lo hubieras apropiado de una manera culposa. La tentación de poseer algo es muy fuerte, pero seamos buenos venciéndola.
Ya en un terreno mucho más drástico, si nos viéramos en la situación de desearle la muerte a alguien, ya sea que otros se la provoquen o nosotros mismos lo queramos hacer, no lo hagamos; las consecuencias para muchas personas serían espeluznantes, nadie saldrá beneficiado de una situación de esta índole. Seamos buenos amando nuestra vida y la de los demás.
El respeto a nuestra pareja es algo a lo que nos comprometimos al unirnos; los medios cada vez hacen más atractiva y hasta deseable la promiscuidad para demostrar nuestra valía, pero lo único que se logra es el demérito de un valor fundamental que es la lealtad. Por más que nuestras “amistades” celebren la infidelidad, seamos buenos y respetemos a quienes nos han dedicado su vida.
En lo personal yo respeto mucho más a una persona que no haya caído en excesos de ninguna índole que a aquellos que han caído y se arrepienten. Seamos buenos negándonos a caer en conductas indebidas en lugar de arrepentirnos después, nuestra salud nos lo agradecerá.
En fin, como que esto salió moralista, pero en realidad no lo es, es puramente práctico. Imaginemos que el día de hoy seremos buenos y vamos a evitar cualquier acto que se aleje de la bondad; aún más, imaginemos que todos en México no cometemos ningún acto de maldad, por pequeño que sea, estoy seguro que gran parte todos los tipos de crisis que estamos viviendo se verían reducidos, desde la económica (que es la menos importante), hasta la de aceptación de nuestros semejantes (que es la más importante).
Un comentario semi-válido sería: ¿De qué sirve ser bueno si algunos no lo serán?, la respuesta es sencilla, siendo buenos se resolverían todos tus problemas y a lo mejor quienes te vean ser bueno se les antoje copiar tu solución y decidan adoptarla.
Ya para terminar, solamente me queda aclarar que ese personaje que cuando dijo que Seamos buenos, cambió muy fuertemente mi percepción de cómo debo actuar en este mundo es Don Vicente García Bernal, ahora Obispo Emérito de la Diócesis de Ciudad Obregón y a quien tenemos el gusto de que se haya quedado a vivir con nosotros alargando así el cumplimiento de su misión.