Aplastadas por el peso de la muerte
hormigas somos,
portamos la insignia de la prisa
en el trajinar de nuestros pasos.
Caminamos
sin tregua
hacia ningún lugar,
encontramos un respiro
bajo un ciprés, un álamo o una higuera.
Como si fuera una roca
que se despeña
cargamos un grano de azúcar.
Lo volvemos a intentar cuando amanece.
Como el vaivén de un péndulo
incansables somos,
nos confundimos con el trepidar de la noche,
seguimos caminando
aun en sueños.
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