Leí la nota y para nada me extrañó que nuestro diputado Félix Raphael Silva López defendiera en la tribuna del Congreso a los sufridos y obligados usuarios de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Va a manera de cuento esta anécdota personal que ilustra el hecho…
Sucedió hace días, muy temprano, apenas amaneciendo, desde la calle 200 en la que tomé la calle Jalisco al sur para llegar a casa, en algún momento noté en el retrovisor que desde una camioneta blanca que iba chicoteada y pegadita, a lamparazos, el conductor no sólo pedía paso sino que me mandaba como a la fregada echándome fuera del carril del medio.
Así fue por momentos, me sentía incómodo, lo traía pegado como lapa tras mi carro, urgiéndome a cambiar de carril. Unas cuantas cuadras adelante dejé el paso franco y me rebasó en friega, fue cuando de reojo descubrí las siglas de la CFE en la puerta del auto trompicado que en chinga enfilaba al sur.
Pero en el cruce de la Jalisco y La 300, el semáforo nos puso lado a lado de nuevo y tuve tiempo de examinar al sujeto que estaba en el volante. Aferrado a la manejadera con dos manos, lentes negros de moda, soberbio, sobradote, medio miró para mi rumbo y cuando estaba el ámbar del otro sentido, encarreró de nuevo el carro para meterse metros adelante en las calles de la populosa colonia Primero de Mayo.
Aquel conductor tal vez sintió que lo perseguía, porque en el colmo de las coincidencias, el destino del presuroso sujeto lo puso justo a dos casas del mío. Déjenme pintarles la postal: sin hacer movimientos perdidos, el sujeto de marras bajó con aires detectivescos, llegó y revisó a detalle el medidor de energía eléctrica de la viejita saludadora y apacible que es mi vecina y a la que la CFE hace días vigila con celo mañana y noche, nomás porque sospechan que subrepticiamente se reconecta por las noches a la red del fluido eléctrico.
La prepotencia del empleado de la CFE no atracó nada más en la banqueta. Redondo de engreimiento y suficiencia rebasó la reja, fue tras el objetivo con ánimos perrunos, invadió el portalito interior a la reja y entonces a la distancia llegó alguna alegata defensiva y apagada de la tímida vecina.
Le pegué un grito para reclamarle el trato prepotente con el que le espetaba “legalidades” a la temerocsa vecina. Entre dientes masculló que aquello no me importaba, pero se encaminó a la banqueta. Con el silencio de la señora como testigo, me acerqué al odioso fulano para preguntarle si esas tareas también estaban incluidas en los manuales de trabajo de los operarios de la CFE o si correspondían a otras oficinas.
Con mentadas masticadas entre dientes, subió al vehículo oficial y arrancó patinado las llantas. Entre miradas ambiguas de pena, agradecimiento y reprobación (por aquello de que la gente supone que al defenderse provoca que los acreedores se encarnicen), la dama sólo acertó a meterse a su domicilio.
No aguanté la escena, sin perdonar la hora abrí el teléfono y le marqué al Dip. Félix Rafael Silva López para denunciarle aquel hecho degradante de la CFE; le di los pormenores de esta otra de la empresa pública que se ufana de ser “clase mundial” y a la que, por lo menos en Cajeme, no se le reconoce por ningún lado el compromiso social.
Se lo dije puntualmente al diputado Félix Rafael Silva López. “No se vale diputado, hagan algo y revisen las Tarifas de CFE, le están pegando en la madre al pueblo, especialmente a los viejos desamparados. Los empleados de la CFE criminalizan a sus usuarios pobres.”
Ya con la lengua caliente, abundé: “¿Es eso la CFE diputado? ¿Es eso la que se dice ser la segunda empresa pública más importante del país? Esa que en lugar de constituirse en factor de crecimiento social y del desarrollo económico, la vemos convertida en cueva de empleaduchos de desviado celo institucional que hasta se atreven a asumir actitudes grotescas y prepotentes de falso patrimonialismo, que a costa de pacíficos ciudadanos morosos, realizan tareas fiscalizantes que ni les van ni les toca.”
Dije más que ni me acuerdo porque estaba trabado del coraje. Lo que sí recuerdo es la respuesta del Dip. Silva López: “No, no pueden ser más importantes los intereses mercantiles de esta empresa pública, que presume su “clase mundial”, que los derechos ciudadanos.”
Escribo esto porque hoy leo en InfoCajeme, por una parte, que en el “Día de los Viejos”, la gente mayor de Cajeme se manifestó en oficinas centrales de la CFE contra las tarifas y los cobros perrunos. Pero por la otra, la nota de Francisco González Bolón en la que avisa que el Dip. Félix Rafael Silva López se encaramób en la tribuna del Congreso del Estado para reclamarle a la Comisión Federal de Electricidad que haga los ajustes para que los cobros correspondan a los consumos reales de sus usuarios.
Me cae bien el diputado Félix Rafael Silva López. Se esmeró en atender el asunto particular de mi vecina y me consta que está resuelto. Y ahora con su reciente pronunciamiento a favor de los usuarios de la CFE de Cajeme, con lo que a sus votantes nos da otra demostración de su actuación pública consistente.