Llegó octubre y los jurados infalibles del Premio Nobel están por decidir a quién le entregan la ansiada presea en el campo de la literatura, tal vez la categoría con más repercusiones, comentarios y notas informativas en todo el mundo.
Como cada año, los mexicanos esperamos que esta vez se conceda a una de nuestras glorias literarias. Después del premio entregado a Octavio Paz, pensamos que ya nos merecemos otro pues sobran los buenos, que digo buenos: excelentes escritores en nuestro patrio suelo.
Además, al conmemorarse este año el Bicentenario y Centenario de nuestra nacionalidad, es de esperarse que los jurados del Nobel volteen hacia acá y nos concedan uno o varios premios, como lo hicieron cuando Estados Unidos cumplió el bicentenario de su independencia y lo colmaron con todos los Nobels o la mayoría, no recuerdo exactamente, pero sí sé que le dieron casi todo.
Ahora le toca a México, decimos, y en la larga lista de candidatos figura de nuevo el escritor Carlos Fuentes, quien a pesar de tener más de ochenta años sigue siendo un serio aspirante, según sus admiradores.
El mismo Fuentes no deja de hacer algo para llamar la atención cuando se acerca el mes de octubre. Ya sea una declaración en contra de los dictadores, declaración que por supuesto suele hacer para periódicos de otros países, o la crítica contra la opresión o cualquier otra cosa que lo ponga en la primera plana de los medios internacionales.
Este año, a falta de novedad, se difundió por allí del mes de septiembre que Fuentes se encontraba delicado de salud. ¿No sería una llamada de atención a los jurados, algo así como "si no se apuran se les va, como les sucedió con Borges".
Pero más allá de esto, la verdad es que si Fuentes no ha recibido el Nobel de literatura es por falta de calidad en su obra. Una cosa es impresionarnos a todos acá, y recibir la ayuda de los amigos críticos y de los despistados que en verdad creen que es un "escritor universal" más otras cosas que difunde su capacidad de hacerse autopublicidad.
Pero otra cosa muy distinta es que su obra, si bien tiene algunos buenos momentos, no deja de ser la obra de un chico burgués que creció impresionando a sus contemporáneos con algo que no alcanzaba la altura de otros paisanos.
Por ejemplo su "Región más transparente", que la han querido pasar como la gran novela sobre la Cd. de México, dista mucho de tener los alcances de otras novelas que refieren al mismo tema. Lo mismo para "La muerte de Artemio Cruz" y otras.
Pero en fin, de todas maneras nos gustaría que algún mexicano reciba el Nobel como reconocimiento a nuestro Bicentenario o Centenario. Aunque sea Fuentes.