La proliferación de plantas de etanol en el mundo ha recibido diversas críticas, y podría pensarse que éstas provienen sólo de grupos ecologistas radicales, de Fidel Castro y de Hugo Chávez.
Pero ahora también publicaciones tan pronorteamericanas como The Economist, The New York Times y Foreign Affaires han enderezado sus críticas y descontentos contra el impulso que el gobierno de George Bush le está dando a la construcción de plantas de etanol.
La utilización del maíz en Estados Unidos para producir el biocombustible etanol, que luego puede mezclarse con la gasolina para reducir la dependencia del país del petróleo extranjero, ya ha hecho subir el precio del maíz. Como se emplea más tierra para cultivar maíz y no otros cultivos alimentarios tales como la soya, sus precios también se elevan.
Y como el maíz se utiliza para alimentar a los animales, el precio de la carne aumenta también. En otras palabras, el suministro de alimento se está desviando para alimentar a los hambrientos automóviles americanos.
El etanol no se usa mucho en Europa, pero es un aditivo al combustible en Estados Unidos, y cada vez más autos pueden utilizar gasolina o etanol, el que dio cuenta de solo alrededor del 3,5 % del consumo de combustible en Estados Unidos el año pasado, pero la producción está creciendo al 25 % anualmente.
Esto se debe a que el gobierno subsidia la producción nacional y penaliza las importaciones. Como resultado, están proliferando las refinerías como hongos por toda la región central, que actualmente se visualiza como la Texas del combustible verde.
¿Por qué está tan generoso el gobierno? Porque el etanol es prácticamente la única iniciativa de energía alternativa que tiene amplio apoyo político.
A los granjeros les agrada esto porque proporciona una nueva fuente de subsidios; a los partidarios de línea dura, porque ofrece la posibilidad de que Estados Unidos pueda separarse del petróleo del Medio Oriente; a la industria automotriz, porque considera que el cambio a combustible verde excluiría los autos de las presiones por el calentamiento global; a la industria petrolera, porque el uso del etanol como aditivo al combustible significa negocio como de costumbre, al menos por el momento; a los políticos, porque mediante el subsidio puede complacer a los electores potenciales.
Al parecer, los que pagan impuestos no se han percatado de que son los que pagan la cuenta.
Fuente: La Tribuna Hispana
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