Nadie sale vivo de aquí
Teresa Padrón Benavides
Jueves 11 de Novimiebre de 2010

The old get old
And the young get stronger
May take a week
And it may take longer


Jim Morrison, Five to One


En el escenario, austero, casi oscuro, sin apenas utilería, dos muchachas muy jovencitas, tal vez hermanas, ya en la cama, a punto de irse a dormir, discuten acerca de la muerte. La que parece mayor, pregunta a la otra que por qué no se duerme. Esta responde que no puede conciliar el sueño porque hay algo que le inquieta sobremanera: ¿qué tal si simplemente muero hoy, aquí mismo, en mi cama, durante el sueño? ¿Qué si simplemente ya no despierto? ¿Qué sería la vida sin mí? ¿Alguien lloraría o sentiría pena por mi ausencia? ¿Qué habrá más allá? ¿Será mejor? ¿O peor? ¿Existirán Dios y el cielo? ¿Y qué tal si no hay nada…?  O, peor todavía, ¿qué tal si es igual a aquí…?

Más adelante, dos mujeres jóvenes, en sus veintes, más o menos, discuten después de una noche aciaga de alcohol y diversión, y una le reclama a la otra el hecho de que pudieron haberse matado en el carro por su culpa, ya que venía conduciendo a exceso de velocidad y en absoluto estado de ebriedad. Le dice, con su voz de chica fresa, su atuendo super sexy y su cabello larguísimo: “Guey, es que pudiste habernos matadoooo O sea, ¿captaaaas?  Podríamos estar muertaaaas, no mancheeees…” a lo que la otra responde, sin perder la compostura y en una e las escenas más divertidas y más bien logradas de la obra “Eras tú quién conducías, ¿no te acuerdas?”.

Una jovencita anuncia, en un acto de suprema valentía y orgullo, que espera un hijo cuyo padre es un ángel (o un hombre con alas). Sí, dice, “un ser hermoso, etéreo y alado…” Tiene que enfrentar a su madre y a sus amigos, quienes tratan de persuadirla de no tener ese hijo, que seguramente fue producto de un descuido, de un mal paso. Que arruinará su vida y desperdiciará su juventud. Sin embargo, ella está decidida a tener a su hijo, ya que está convencida de que fue el destino quien puso al ángel en su camino y que ella fue la elegida para procrear un ser maravilloso. La historia sirve de pretexto al dramaturgo Rafa Martínez para mostrarnos el afán por encontrar la belleza, el amor puro y la ternura en medio de un mundo caótico y carente de rumbo, aunque ello implique perder la cordura, como pasa con la muchacha quien, finalmente, después de dar a luz, lanza a su pequeño hijo (al cual nunca vemos, pero que suponemos también tiene alas)  “a volar”, hacia la libertad.

Un poco más tarde, dos ancianas, también a punto de irse a dormir, ya recostadas en sus respectivas camas, discuten acaloradamente ya que una de ellas, no deja dormir a la otra con sus alucinaciones de muerte, sus achaques, sus gritos de susto y sus pesadillas. La otra intenta tranquilizarla diciéndole que no se apartará de su lado. Que nunca la dejará sola y que nada malo pasará.

En medio de estos encuentros, hay fragmentos de algunos de los personajes acerca de la muerte a las puertas del cielo, en donde San Pedro, muy joven, sin barba y con su laptop sobre el escritorio, se erige como inquisidor y va preguntando a cada uno de los recién llegados, acerca de sus transgresiones y de sus buenas obras durante su vida en la tierra y va cotejando si sus versiones coinciden con lo que él tiene en sus registros electrónicos. Como  casi nunca es así, los “clientes” quieren sobornar a San Pedro quien, inexorable,  devuelve intacto el dinero que una de las difuntas dice haber donado a las “obras de caridad”, con tal de no recibirla en el paraíso, pues es una mala mujer.

Todo esto aderezado con ingeniosos “comerciales” que anuncian y ofrecen productos y servicios “indispensables” para cualquier mortal, como una agencia de servicios funerarios que ofrece desde tv por cable con pantalla extra plana dentro del mausoleo, hasta cualquier cantidad de dispositivos electrónicos para que el muerto tenga una estancia “placentera” dentro de su tumba. La chispa de buen humor que arroja al espectador esta secuencia, es en realidad una dura crítica a la falta de seriedad con la que enfrentamos la muerte hoy en día. La falta de respeto que mostramos por la vida, en todas sus formas, y que se pone de de manifiesto en la forma en la que vivimos, como si nunca fuésemos a morir, como si pudiésemos cambiar el destino o, por lo menos, prolongar nuestra estancia aquí, a través de la tecnología, de la banalidad, de la diversión y el enajenamiento.

Todo este fabuloso, irónico, ingenioso y trágico lío, termina con broche de oro. Un monólogo, interpretado magistralmente por Kristel, una de las alumnas del curso-taller de teatro de ITESCA, impartido por Rafael Martínez Guerrero. Este monólogo inicia con la frase “A veces pienso en la muerte… a veces pienso en la muerte de los demás, también en la mía..” y a partir de esa sola frase, inicia una retahíla de pensamientos, miedos, sentimientos, preguntas, cuestionamientos éticos, morales, religiosos, mundanos, incluso morbosos, como la idea que le ronda todo el tiempo de que ella es capaz de matar a alguien o a muchos. Este monólogo es, en palabras de su autor,  “una especie de enfrentamiento, un espejo, una confesión de un sentimiento de impotencia ante la realidad absurda y violenta en la que estamos viviendo”. Yo diría algo más, es un intento desesperado por tratar de comprender lo incomprensible, por entender lo absurdo, por sobrevivir al caos, a través de la inteligencia, de la razón, de la valentía de enfrentarnos a nosotros mismos, a nuestros miedos, a nuestras dudas. Aunque quién sabe si así logremos hallar sentido  a la vida. Porque, al fin y al cabo…..nadie sale vivo de aquí…

El mérito es no sólo para el autor, sino para los muchachos entusiastas del grupo de teatro de ITESCA, quienes son absolutamente nuevos en el terreno de la actuación y quienes sólo tuvieron 4 sesiones para ensayar. Esto demuestra que los jóvenes están ávidos por expresarse y que sólo necesitan un pequeño estímulo y una buena historia… ellos se encargan del resto. A ellos va nuestro reconocimiento y nuestro deseo de que continúen haciendo teatro de esta calidad. Ellos son:

Francisco,  Angélica, África , Mary,  Mina,  Noira, Estefanía, Lluvia,  Andrea, Martha, Lupita,  Alan, Vianney,  Brenda, Salvador, Marcela y Kristel.

Staff y producción: Fátima, Alan, Mina, Vianney

Vestuario: el grupo

Textos: Intro, Enchulame la tumba y comerciales: Rafael Martínez

Hora de dormir (Parte de las niñas) - Mary Galagher - Traducción de Rafael Martínez

Hora de dormir (parte de las fiesteras y las viejitas) - Rafael Martínez

El hombre con alas - José Rivera - Traducción y adaptación de Rafael Martínez

A las puertas del cielo - Compilación de chistes populares adaptados por Rafael Martínez

La pequeña culpa (Fragmento de la obra Reversa) por Rafael Martínez

 
 

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