“Cars are coffins” dicen los gringos, o sea, los carros son ataúdes, y en esto tienen mucha razón; todos lsabemos que diariamente millones de personas mueren en el mundo en accidentes automovilísticos que fueron provocados por múltiples razones, como son descuidos, fallas mecánicas, alcohol, etc.
La industria automotriz ha tratado de hacer cambios o mejoras en sus producciones para poder brindar una mayor seguridad a los conductores y los pasajeros, una de esas mejoras fue la inclusión del cinturón de seguridad, el cual ha salvado muchas vidas desde 1940 que fue cuando se instalaron por primera vez.
Pero en algunas ocasiones los accidentes no son mortales, son, quizás, peores que eso, ya que las víctimas quedan paralíticas de por vida, como es el caso de un amigo mío quien tiene ya 14 años acostado en una cama sin poder moverse del cuello para abajo a consecuencia de un accidente automovilístico.
El se acababa de casar, su esposa estaba embarazada, y cuando su hijo nació el no lo pudo cargar, nunca pudo jugar con el, nunca pudo llevarlo a la escuela, nunca pudo bañarlo, nunca pudo acostarlo, nunca pudo. Con el tiempo las cosas se fueron complicando en su vida matrimonial y en lo económico, después su esposa decidió divorciarse por razones que unos entienden pero él no. Cuando es tiempo de frío siente que se puede morir, en el tiempo de calor se siente un poco mejor. Siempre depende de alguien para cualquier actividad por más íntima que ésta sea. Todavía le gusta andar en motocicleta, andar dando la vuelta, ir al campo, pero ya no lo puede hacer, pasa su vida con esperanza en el mañana pero con desesperación en el ahora, como deseando que pronto se encontrara una solución para quienes han sufrido lesiones en la columna por algún accidente.
Cuando tuvo su accidente iba con un amigo de él, a su amigo no le pasó nada, a él sí. Y es que según los expertos chocar de frente a 50 kilómetros por hora contra otro carro, poste o cerro equivale proporcionalmente a caerse de un edificio de cuatro pisos. Desde entonces las cosas no son iguales, y todo por no traer puesto el cinturón. Lo malo es que el tiempo no se puede regresar.
Algo que admiro de mi amigo es que nunca, nunca se lamenta o se queja, siempre con una palabra de aliento para los demás o algún consejo para su hijo. La lectura y las imágenes son sus mejores amigos en los muchos tiempos de soledad que se viven estando en estas condiciones. Los amigos suelen irse alejando rápidamente, el tiempo parece pasar muy lentamente. Recuerdo cuando un día casi me hizo llorar; al llegar a su casa me dijo muy emocionado “¡Chuy, ya me llegaron las botas que pedí por Internet!”
-Cuáles botas le pregunté- y él muy sonriente me mostró las botas que le acababan de llegar.
-Son hechas a mano- me dijo, y sabes qué es lo mejor, que están garantizadas de por vida- me aseguró, mientras me las daba para verlas más detalladamente.
-¡Garantizadas de por vida!, -exclamó- aún sabiendo que sólo se las podrá poner pero que nunca podrá caminar con ellas.
Sentí un nudo en la garganta y pensé: ojalá hubieras traído puesto el cinturón de seguridad ese día, todo sería diferente. Pero el hubieras no existe. Usar el cinturón de seguridad, quizás no evite los accidentes, pero si algunas lesiones graves. Úsalo por el amor de Dios.
“Qué le voy a hacer Señor, si yo nací vago”
Duane Allman
Jesushuerta3000@hotmail.com
|