Hubo una época en la que los agentes de tránsito eran respetados por la ciudadanía, e incluso admirados por quienes envidiaban las enormes motocicletas Harley Davidson que conducían los agentes.
De uno de ellos se dijo que era tan honesto que se aplicó a sí mismo una infracción por estacionarse en un lugar indebido.
Muy celosos de su deber los señores agentes acudían prestos y dispuestos a cualquier punto de la ciudad donde se requiriera su presencia.
Inspirados por el ejemplo del jefe Merino, los agentes de tránsito igual que los policías sudaban la gota gorda con el simple propósito de servir a la ciudadanía de la mejor manera posible. Al menos eso es lo que veíamos en películas como “A toda máquina”, donde Pedro Infante y Luis Aguilar interpretan a dos “tamarindos”.
En la foto de hoy presentamos a un agente de tránsito haciendo el debido alto en la calle California para atravesar la calle 200, un crucero que hace más de cuarenta años estaba rodeado de lotes baldíos y hoy es uno de los más concurridos de la ciudad.
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