Allí donde antes depositó sutiles caricias y besos apasionados, allí, en la mejilla de su mujer, Gilberto Alonso Ochoa asestó una rotunda cachetada producto de su incotenible ira machista.
A pesar de tener nombre de galán de telenovela, Giblerto Alonso no es nada amable, por el contrario, le gusta emborracharse y gritar groserías. Así llegó a casa de su mujer y le asestó el violento golpe en el rostro.
Acto seguido se fue a un baile que se celebraba en la cancha de Estación Corral donde sacó a bailar a varias chicas pero ninguna lo aceptó debido a su tufo alcohólico y mirada vidriosa (de él, no de las muchachas).
Sin importarle eso, saltó a la pista y abrazándose a sí mismo bailaba una canción grupera y hacía como que quebraba a su inexistente pareja, cuando le cayeron los gendarmes y le dijeron "Síguenos", en qué ritmo preguntó él pero los representantes de la ley no estaban para bromas y lo subieron a una moderna patrulla adquirida por la actual administración municipal donde destaca el trabajo de nuestros incansables regidores.
Ya en los separos, Gilberto Alonso Ochoa, alias El Güero, dijo que no se explicaba cómo es que su mano había agredido a la mujer que tanto quiere, "es que no puedo controlar este brazo, estoy embrujado", declaró a su favor.
Al parecer nadie le creyó porque tuvo que dormir en una oscura, fría y poco romántica celda de Esperanza.