Antes el gobierno no podía ver a los indígenas, pero ahora no los puede dejar de ver, a partir del movimiento armado zapatista de enero de 1994, afirmó Hermann Bellinghausen.
El periodista de La Jornada, con amplia experiencia sobre el tema, aseguró que desde el levantamiento en Chiapas hasta La Otra Campaña o los incumplidos acuerdos de San Andrés, los indígenas se han ganado espacios de interlocución nacional e internacional.
Eso ya no se lo pueden quitar e independientemente de la demagogia oficial en el discurso sobre las etnias, ya las consideran en sus programas y eso es ya un avance a pesar de que desde el gobierno no se ha querido reconocer plenamente a los pueblos originales, sostuvo.
Por eso, dijo, la unión de esfuerzos en la lucha por el agua o el territorio que se logró con el Foro en Defensa del Agua en Vícam este fin de semana, es una demostración de que se trata de un problema común para los indígenas y la sociedad.
Y en México ese es el camino hacia las soluciones: cuando la sociedad se da cuenta de que el problema es de todos, incluso de sectores que normalmente no se juntan con los indígenas, puntualizó.
El agua del río ha unido incluso a los yaquis ante la clara urgencia de defender el agua, precisó, lo cual contrarrestará las acciones unilaterales del gobierno, que no considera los efectos sino que actúa por encima de los intereses de la sociedad.
En la medida en que este tema lo sigan llevando por los caminos adecuados y se mantiene la unidad entre los indígenas y los productores del Valle del Yaqui, de seguro que habrá una solución válida para todos, consideró.
Bellinghausen indicó que el reclamo por la autodeterminación y autonomía de los indígenas, es una de las conclusiones del foro del agua, sin descuidar la condena hacia la militarización, la contrainsurgencia y el paramilitarismo en sus comunidades.
En todo el territorio se puede ver cómo el gobierno quiere apoderarse, en complicidad con capitalistas, de la minería, ríos, bosques y demás recursos naturales de los territorios indígenas, lamentablemente con el uso de la represión.
Está por ejemplo la denuncia de los pápagos contra el gobierno de Sonora, que amenaza con realizar obras en sus territorios sagrados en la costa, manantiales y cuatro lagos, citó.
También los wirrárika, que defienden su desierto sagrado de Virikuta, a punto de ser invadido por una minera canadiense, y los coca de Mezcala, a quienes el gobierno quiere sacar del lago de Chapala, son testimonios de la todavía inacabada lucha zapatista, aseguró.