Recibí un correo haciendo una remembranza sobre el 25 de junio de 1967, cuando se hizo la primera transmisión televisiva mundial en la historia; cuatrocientos millones de personas alrededor del planeta tuvimos la suerte de presenciarla, como otros amigos míos, por accidente, pues en esa época casi no se veía televisión los domingos en la mañana, con excepción de algunos eventos deportivos, y junto con mis hermanos nos tocó ver una parte, en la que participaron Los Beatles cantando una canción nueva que pronto se convertiría en un himno de paz: “All you need is love”, (Todo lo que necesitas es amor). Después comentó Paul McCartney que ellos pensaron en que esa era la oportunidad única para mandar un mensaje al mundo, y ese mensaje fue el del “Amor”, pues en ese momento se necesitaba más amor en el mundo.
Años después, en 1971, John Lennon comentó: “Creo que si llegas a lo básico de los problemas, sean estos los que sean, todo está relacionado con el amor. Así que pienso que al decir “Todo lo que necesitas es amor” tiene un profundo significado; no estamos diciendo que “todo lo que tienes es amor”, sino “todo lo que necesitas es amor”. El amor no es algo que pegas en posters o calcomanías en tu auto o en la espalda de tu chamarra, estamos hablando del verdadero amor, en el cual todavía creo. El amor es la apreciación de otra gente permitiéndoles ser ellos mismos y eso es todo lo que necesitamos”.
Entiendo que cuando se habla del amor, el tema es y ha sido vigente desde el principio de los tiempos; leía también hoy que otro Juan (El Apostol) dijo hace alrededor de 1950 años: “Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios”.
Con gusto veo que esas manifestaciones de verdadero amor todavía se dan en nuestro problematizado mundo, a pesar de todos los pesares, es mucho más el amor que se quiere dar, que las actitudes contrarias a ese maravilloso sentimiento.
Visité, casi por accidente, el Asilo San Vicente de Cd Obregón y quedé impregnado de un sentimiento de paz que ya me hacía falta, pues entre las actividades cotidianas nos olvidamos de tomar recesos para visitar a nuestros amigos, cosa que hoy pude hacer para visitar a Jaime, con quien no había podido platicar desde hace tiempo; con todo el respeto que nuestra amistad de más de 28 años merece, la visita a Jaime se convirtió en aspecto secundario de lo vivido.
Pude observar, aunque parcialmente, el amor que las Hermanas Religiosas encargadas del cuidado de los ancianos que son asistidos en el asilo prodigan a “sus muchachitos” como escuché a una de ellas llamarlos.
Pude observar a una “muchachita” de más de 80 años, partir en dos su pañuelo desechable con otro “muchachito” de una edad calculo que similar, para que pudiera limpiarse después de toser.
Pude escuchar el llamado para que los asistidos en el asilo fueran a comer, seguro alimentos preparados con amor por la Hermanas Religiosas y con materia prima obtenida con los donativos de los Patronos del Asilo, un grupo de personas que de manera anónima y desinteresada dedican tiempo y recursos para que los “muchachitos” reciban un trato digno en la parte de la vida que están disfrutando.
No me quiero poner meloso, pues no es mi estilo, pero viendo estas verdaderas manifestaciones de verdadero amor, vuelvo a tener Fe en los seres humanos, y creo que ya puedo minimizar las actitudes de aquellos que no actúan con verdadero amor, y a las que desgraciadamente antes les daba mucha importancia.
De ahora en adelante voy a recordar que “el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios” y que “Todo lo que necesitamos es amor”.
Gracias Gustavo por mandarme ese correo y a los demás compañeros del 105 que hicieron una mesa redonda sobre el tema.