El hoyo no se veía y ella quiso estacionar el auto como todos los días, pero la tierra se abrió y la llanta delantera izquierda quedó hundida en el hoyo.
Vaya susto, la mujer pensó que se iba a hundir junto con el auto.
Y aunque eso no pasó, el hoyo sí es lo suficientemente profundo para tener asustados a los vecinos que suelen pasar por esta esquina, la de Donato Guerra y bulevar Ramírez.