Bajo la sombra de los gobiernos panistas y del mismo Partido Acción Nacional, se cobijan organizaciones como Provida (existente también desde antes de Fox en Los Pinos), la Fundación Hospitalaria de la Cruz de Malta, la Sociedad Bíblica de México y otras más del mismo signo.
Esta gama de ultraderechistas se siente a sus anchas en la actualidad, primero, porque las reformas constitucionales de Carlos Salinas de Gortari les abrieron más puertas de las que ya tenían; y segundo, porque cuentan con la complicidad de Felipe Calderón, diputados y senadores de su mismo partido, además de gobernadores, presidentes municipales y diputados locales en varios estados de la República.
El problema del aborto, tema candente en muchos países y desde hace más de 30 años, ha sido aprovechado por las ultraderechas y las derechas para agitar, manipular y movilizar a sus seguidores con el objeto de medir fuerzas con quienes no se tragan esos dogmas medievales y más propios de la Inquisición que del siglo que con trabajos vivimos. No han logrado convencer, pero sí confundir a mucha gente, aunque no tanta como quisieran, pero ahí van y no soltarán la presa, pues están acostumbrados a las luchas largas, de siglos, y a refrescar la memoria bajo cualquier pretexto, como el aparentemente frívolo vestido diseñado para la belleza mexicana que concursará para ser Miss Universo. Este vestido, por cierto, no fue un diseño inocente. Cualquier especialista en marketing (como se le dice ahora a la mercadotecnia) sabe que el impacto de un mensaje depende de que sea creíble (recurrir a la historia, aunque sea de manera parcial y distorsionada), distintivo (diferente a los demás productos) y atractivo (como lo es cualquier vestido portado por una hermosa mujer).
Hasta ahora, este "asalto", round como se dice en boxeo, lo perdió la ultraderecha, pero no porque sus oponentes estuvieran organizados (como sí lo están los ultraderechistas), sino porque ciertas opiniones aisladas y en contra fueron de peso completo, y como tales fueron reproducidas en los medios. Falta el round del aborto, pero éste se está disputando en la arena más liberal del país: el Distrito Federal. Faltará después el resto, y ahí la pelea no será fácil. El país está claramente polarizado. Para mí no hay duda, el problema es que los que nos consideramos de izquierda, incluyendo al centro izquierda, no nos organizamos para competir con la engallada ultraderecha ni para evitar que siga haciéndose más fuerte.
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