Pese al retraso del desfile por casi dos horas, los aficionados aguantaron todo el tiempo para poder vitorear a los miembros del equipo campeón que recorrieron las calles Miguel Alemán y Guerrero, acompañados por la mascota Chacho y la Directiva del Club Yaquis.
Cuando la caravana pasó frente a los integrantes del Movimiento No al Novillo, los más molestos por el asunto del uniforme, lanzaron globos blancos, sonaron los claxon de sus vehículos y aplaudieron a los beisbolistas.
Al llegar al estadio Tomás Oroz Gaytán, miles de gargantas gritaron al unísono “yaquis, yaquis”, mientras la pantalla del estadio recordaba el marcador de 5 a 2 del séptimo juego cuando se coronaron campeones ante Guasave.
Por motivos de compromisos personales algunos de los jugadores no pudieron acudir al festejo, pero sin duda los más ovacionados durante la presentación fueron “El Vaquero” Iker Franco y Luis Ignacio “El Chicote” Ayala.
Luego vinieron los juegos pirotécnicos, la presentación de grupos musicales y fue hasta entonces cuando las 8 candilejas del estadio se apagaron por última vez, a la espera de que llegue octubre para que se cante de nuevo play ball.
Politizan festejo
La celebración del campeonato obtenido por los Yaquis en la Serie del Caribe tuvo más de evento político que de festejo deportivo.
Más de tres horas debieron esperar los aficionados para que los jugadores llegaran al estadio, tiempo que aprovecharon los grupos de amigas y amigos para platicar, tomarse fotos, tomar cerveza, comer frituras y cualquier cosa que hiciera más soportable la espera.
Luego vino la presentación de la Banda Triguera y la música alegró a la concurrencia; el vocalista tuvo todo el tiempo para lucir sus rutinas de animación y las canciones que, dicen, le gustan a la raza.
La espera siguió alargándose, ya habían transcurrido más de dos horas y de los Yaquis ni su sombre; casi a las 10 de la noche ni la música alegraba a la gente y grupos de chamacos empezaron a lanzarse botes de cerveza y pedazos de hielo.
Cuando se anunció que los Yaquis estaban por entrar al estadio, la multitud recuperó su alegría y un improvisado maestro de ceremonias tomó el micrófono, dijo dos o tres frases sobre la inminente llegada del equipo y enseguida se puso una camiseta con la leyenda "No al Novillo".
"No importa que me regañen, pero yo quiero que vean esto y griten conmigo: No al Novillo.... Que se oiga: No al Novillo... Más fuerte: No al Novillo".
Al mismo tiempo la pantalla gigante del estadio presentaba las pancartas y mantas del No al Novillo, mientras arriba el hombre del micrófono arengaba a la multitud.
Finalmente, después de casi tres horas de espera, aparecieron los jugadores sobre el escenario, acompañados por miembros de la directiva del Club Yaquis, y la gente se volcó en vivas y aplausos para sus héroes deportivos.
"¡Chicote... Chicote!... ¡Karim... Karim!... ¡Iker... Iker!..." cada uno de los peloteros recibió el merecido reconocimiento de un público ávido de triunfos y alegrías como los campeonatos de la LMP y del Caribe.