En los próximos días la Secretaría de Desarrollo Urbano presentará nuevas opciones para la instalación de franquicias en la Laguna del Náinari y la ubicación de los vendedores de cocos.

Tras una acalorada reunión de dos horas entre funcionarios, vendedores de cocos y regidores,  reunión donde hubo señalamientos de cerrazón y de manipulación entre las partes, se acordó una próxima reunión con la presencia del alcalde Manolo Barro Borgaro.

Otro de los acuerdos es que en la reunión asistirán solo aquellos coqueros que estén al corriente de sus pagos, pues de los 37  propietarios, algunos no sólo deben el 2010 sino también años anteriores.

Tanto el secretario del Ayuntamiento, Alberto Plascencia y el de Desarrollo Urbano, Oscar Sánchez, “sudaron la gota gorda” para tratar de convencer a los coqueros, quienes insistentes preguntaban por qué tenían que cederle sus espacios a las franquicias.

Por unos momentos la Sala de Cabildo se convirtió prácticamente un campo de batalla, cuando regidores del PRI Sarahí Gómez y Armando Alcalá salieron en defensa de los coqueros y pidieron más apertura de parte del gobierno municipal.

“Me parece una falta de respeto para estas personas que les digan grilleros o que insinúen que alguien o algún partido está detrás de ellos y los manipulan”, expresó molesto el regidor priísta.

Y es que en sus participaciones, los regidores panistas Martha Patricia Espinoza y Héctor Rodríguez habían exhortado a los coqueros a aceptar el proyecto y no acudir al “apadrinamiento de otros líderes que solo quieren llevar agua a su molino”.

Pero antes que los regidores albiazules, el mismo titular de Inspección y Vigilancia, les leyó prácticamente “la cartilla” a los coqueros sobre sus deudas con el municipio y los cambios no autorizados en sus puestos que implicaba una multa.

“La laguna no se va privatizar, pero tampoco es propiedad de 37 comerciantes, hay que ver hacia el futuro y olvidarse de las grillas, no contaminen, ya déjense de mantas y de estar oyendo diablitos”, les refirió Roberto Campos.

Ya casi al final de la reunión, cuando los ánimos rayaban en el cansancio, el regidor Guillermo Patiño demandó más apertura de parte de las autoridades y que se recurriera a la figura del plebiscito para resolver el conflicto.