Casinos: La adicción "inocente"
Aureliano R. Candelas / Redacción
Lunes 11 de Abril de 2011

Todo empieza como un juego inocente, una simple curiosidad: ¿Cuánto puedo ganar solo con unas cuantas fichas y manejando bien los controles de la máquina?

A partir de ese momento cientos de hombres y mujeres cajemenses quedaron atados al vicio del juego en los casinos. El ambiente a media luz, las máquinas con sus colores chillantes y sus escasos premios, el bullicio de los otros jugadores, el no sentirse solos, pasar las horas deconectados del mundo real y sus problemas... Pero sobre todo soñar con un golpe de suerte que permita pagar deudas, comprar objetos y tener dinero para jugar más.

Aún parece cercano el día en el que se argumentaba que los casinos no traerían mayores consecuencias pues la gente de todas maneras jugaba lotería o se iba al otro lado de la frontera, a los casinos de Las Vegas.

Inversionistas y políticos, debidamente coludidos, abrieron esta caja de Pandora y cubrieron al país de casinos, se llenaron las bolsas y generaron uno de los problemas sociales más graves que padece nuestro ya de por sí atribulado país.

Hoy en Obregón como en muchas ciudades mexicanas, gente de bien, hombres de trabajo y madres de familia, jóvenes y personas de la tercera edad, están enviciados en el juego.

Creen que la suya es una adicción "inocente", nada que ver con las drogas.

Pero al igual que los drogadictos, se conducen como zombies frente a la pantallas de las máquinas tragamonedas. Absortos, van tirando el dinero que podría serle más útil a sus familas y no entienden otra manera de disfrutar la vida que pasar horas frente a las máquinas luminosas.

Olvidan, en muchos casos, su dignidad e integridad personal.


Trastorno mental

La ludopatía es una enfermedad que avanza de forma silenciosa en el Sur de Sonora, pues además de decenas de personas que admiten tener problemas con el juego, ya se tratan 5 pacientes en la Unidad de Atención Integral a las Adicciones, cuando en sus primeros dos años la clínica no había atendido un solo caso.

Edgar Cruz, siquiatra de la Unaides, expuso que la Organización Mundial de la Salud considera como trastorno mental la adicción a las apuestas por cualquier motivo y se estima que en México 2 millones de personas padecen esta patología.

El especialista comentó que estudios practicados a hombres que han desarrollado el trastorno de la ludopatía, indican que en su juventud temprana y en su niñez sufrieron de hiperactividad y déficit de atención.

Y para tratar de comprender lo que siente un ludópata al estar frente a una máquina de apuestas, estudios revelaron que mientras lo hace, la persona recibe en su cerebro un placer similar a alguien que consume cocaína, expuso.

El siquiatra afirmó que esta enfermedad es progresiva y no tiene cura, que se puede trata mediante fármacos para atacar los efectos, pero que además ocupa de terapia sicológica y de ayuda grupal, como sucede con Jugadores Anónimos.

 
Nace el primer grupo de JA

“Los adictos al juego no estamos de acuerdo con la realidad, con que somos y lo que tenemos, por eso buscamos el cambio mágico, inmediato y extraordinario. Pero jugador que juega y se arrepiente y vuelve a jugar, tiene un problema”, asegura el vocero de Jugadores Anónimos, un profesionista de 40 años.

Quien cae en esta enfermedad, descuida trabajo, la familia y hasta uno mismo porque la persona que juega se le nota en su economía: en su refrigerador, el tanque de gasolina y en su ropa, indica.

El problema no es económico, expone, solo es una parte  porque el problema grave es perder la dignidad y la vergüenza como ser humano, ya que ninguno planeó verse envuelto en una situación tan llena de mucho dolor, tristeza y desolación.

Señala que sólo hay dos opciones para los adictos: “O te disciplina el amor y el cariño de alguien que te comparte tu experiencia y te habla sobre el problema del juego y la posibilidad de solución o el sufrimiento que te pega el juego”.

Una característica del ludópata es la capacidad extraordinaria para sufrir, agrega, ya que pierde lo que tiene, lo que no  tiene, lo que pide prestado, que lo obliga a fingir y andar mendigando para poder jugar, pero aún así regresa a jugar.

“Y aun con todo ese sufrimiento y dolor del día, al  siguiente día amanecemos con la idea de y si ahora gano? Y ahora lo puedo doblar? me iré a tomar un cafecito a ver a quién saludo, y ¿si fuera mi día suerte?”.

Desde hace meses participa en las reuniones de Jugadores Anónimos, ubicado en las calles Hidalgo y Nuevo León, para lo cual invita a que se acerquen a aquellas personas que tienen o sospechan que tienen problemas con las apuestas.

“El único requisito para pertenecer es querer dejar de jugar, ni siquiera lograrlo. No es requisito que pares de jugar para venir a Jugadores Anónimos, la idea es compartir con otros lo que estamos haciendo para resolver el problema con el juego”.

 
 

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