Ciudad Obregón no se va a militarizar por el apoyo que el Ejército brinda a las autoridades y a la sociedad en la lucha contra el narcotráfico, afirmó el Gral. André George Foullon Van Lissum, comandante de la 4ta Zona Militar.
En un encuentro amistoso con representantes de los medios de comunicación, Foullon Van Lissum explicó que estas acciones no significan un proceso de militarización porque los soldados sólo acuden con instrucciones precisas cuando se solicita su intervención.
Aclaró además que los soldados no pueden desarrollar funciones de policías porque su entrenamiento no es para eso.
El trabajo de los policías requiere un entrenamiento especial que sólo los policías pueden realizar, subrayó.
Tiende su mano
“Me preocupa que el crimen se vaya a desbordar en esta ciudad y por eso estamos actuando”, expresa André George Foullon Van Lissum, general de la 4ta Zona Militar, al reunirse con representantes de los medios de comunicación de Cajeme.
Tiene apenas cuatro meses en Sonora y sabe lo que dice. Su anterior responsabilidad la tuvo en la plaza de Nuevo Laredo y tanto allá como aquí, afirma, “No le hemos faltado a ningún inocente” por combatir al crimen organizado.
La orden a los soldados en los operativos, sostiene, es el respeto irrestricto a los derechos humanos de las personas, incluso si se trata de delincuentes, que por lo general no los respetan.
“Ningún soldado anda o va por ahí a ver que se encuentra; todos llevan una instrucción precisa por hacer, ya sea para apoyar el cateo de un domicilio o para destruir sembradíos de droga”, justifica.
Los reporteros no quieren desaprovechar la oportunidad de su vida y apuntan: Falta de tacto para atender a los medios, maltrato en las coberturas, cerrazón informativa y un largo etcétera que parece interminable.
Las quejas son múltiples desde los medios, que ni la jamaica hecha para la ocasión logra endulzar el ambiente cargado de señalamientos francos, a los cuales don Foullon Van Lissum, escucha atento y sereno.
Pero el rostro de este militar mexicano con raíces ingleses y belga, con cuatro décadas en la milicia, sigue sin alterarse, ni cuando una reportera señala como prepotente el actuar de algunos miembros del Ejército.
Se muestra flexible y conciliador ante las preguntas, algo bastante inusual entre las filas castrenses, pero que es parte de su estrategia para “limar” asperezas ante el recelo de la tropa reporteril hacia la institución.
Y apela al contexto de violencia en la ciudad para convocar a que “debemos alinear los esfuerzos para lograr la tranquilidad que quieren nuestras familias y todos puedan andar por las calles sin temor”.
Por si sola, argumenta, la presencia del Ejército Mexicano en las calles no va resolver el problema del crimen organizado, pues la clave es la participación ciudadana con valor civil que contribuya a mejorar el espacio donde vive.
Militarizar no es la solución, afirma, sino en algo más sencillo: “comprometerse en serio con la sana convivencia, pues los delincuentes son los menos...el problema es que dejamos que se escondan entre nosotros”.